AÑO: 1971
DURACIÓN: 82 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Woody Allen
GUIÓN: Woody Allen, Mickey Rose
FOTOGRAFÍA: Andrew M. Costikyan
MUSICA: Marvin Hamlisch
REPARTO: Woody Allen, Louise Lasser, Carlos Montalbán, Natividad Abascal, Miguel Ángel Suárez, Jacobo Morales, David Ortiz, René Enríquez, Jack Axelrod, Danny DeVito, Sylvester Stallone
PRODUCTORA: MGM
GÉNERO: Sátira. Comedia.
“Me gusta leer porno en braile”
- Fielding Mellish (Woody Allen)
Un reportero con actitud afable y correcta comienza a narrarnos lo que parece un golpe de Estado en un país bananero llamado República de San Marcos (con clara referencia a Cuba obviamente, jajaja), lugar en donde cientos de personas se han reunido para derrocar al actual dictador del lugar, acto seguido el dichoso gobernante emerge del palacio municipal y antes de decir pió es asesinado por algún sujeto que descarga varios tiros en su humanidad mientras el reportero se abre paso de entre la muchedumbre para tratar de entrevistar al casi agónico mandatario (jajaja). Instantes después y cuando el gobernador ha muerto, el informador se dirige con el que parece ser el nuevo dictador del lugar para preguntarle sobre sus primeras impresiones y este sin titubeos le confiesa que su primera acción será dar con los rebeldes para eliminarlos; después de esto el conductor televisivo se dirige al público y cierra la transmisión.
En la siguiente escena (la cual se desarrollo en la Ciudad de New York) conocemos a nuestro protagónico Fielding Mellish (Woody Allen), un torpe y tímido catador de productos que no tiene mucha fortuna para las relaciones interpersonales pues su falta de gracia física y su ineptitud para compenetrarse con el sexo opuesto lo han hecho un sujeto solitario (incluso demuestra gran incapacidad intelectiva para comprar material pornográfico en el puesto de revistas, jajaja, aunque hay que decir que este sketch es una patada en los cojones en lo referente a la doble moral en cuanto a la sexualidad, genial de verdad). El hecho es que Mellish conoce por suerte a una idealista joven llamada Nancy (Louise Lasser) la cual esta bastante inmiscuida en cuestiones revolucionarias (apoya la causa de los rebeldes de San Marcos), total que este disparejo par comienza una extraña relación de pareja que por supuesto al paso de unos cuantos días se desmorona pues en palabras de la propia Nancy, Mellish es idiota, infantil y poco eficiente en la cama por lo cual decide romper con el (jajaja).
Es asi como el taciturno Mellish decide renunciar a su inútil trabajo y tomarse unas felices vacaciones en la Isla de San Marcos (lugar que iba visitar al lado de su amada Nancy) para olvidarse de su fallida relación, empero las cosas no mejoran para nuestro protagonista pues este sin querer se involucra en el conflicto revolucionario del país cuando el General Vargas (Carlos Montalban) el nuevo dictador del lugar, planea un complot para asesinar al nuestro querido ciudadano americano y echarle la culpa a los rebeldes para que el Gobierno de Los Estados Unidos financie el apoyo armamental para que dicho gobierno elimine a los rebeldes. Sin embargo y por azares del destino (bueno para ser más precisos, por ineptitud del ejército de San Marcos, jajaja) Mellish es rescatado por los rebeldes y puesto en cautiverio; pero para sorpresa de este y del propio espectador llegará un momento en el que nuestro cobarde protagónico tomará el control de los rebeldes (jajaja, no develaré nada para no echarlo a perder, pero los acontecimientos son hilarantes y casi surreales) volviéndose figura representativa en pro de los derechos humanos, agrarios, de igualdad, insurrectos? No lo se, el hecho es que el film se vuelve toda una orgía de sketchs que estan cargados de preceptos políticos, culturales, filosóficos, morales, etc. que no dejan títere sin cabeza.
Como bien podrá leer el distinguido, este segundo largometraje en la ya fructífera carrera de Woody Allen vuelve a demostrar esas influencias que tanto gustan al director norteamericano, por ejemplo los guiños a Charles Chaplin son innegables en lo referente al humor de pastelazo que en ocasiones se maneja, mas sin embargo dichos artilugios sirven como catalizadores para expresar infinidad de diatribas que no dudan en presentarse en demasía sardónicos para expresar tal o cual posición ideológica; incluso Allen parece adelantarse un poco a los hechos del Watergate y esa cultura mediática de la paranoia que implementó Richard Nixón, pues si observamos aquellos aspectos narrativos en lo referente a la sobre exposición y abuso de los medios de comunicación en la vida privada de los individuos queda fielmente retratados, si no basta con analizar aquellas escenas como el inicio y por supuesto aquel cierre de la cinta (con sesión de sexo incluida que recuerda en demasía a la protesta de John Lennon y Yoko Ono en pro de la paz, jajaja). Donde la desmesurada exposición de eventos es tan evidente que el individuo queda despojado de personalidad.
O peor aun la escena del juicio donde nuestro protagonista trata de defenderse (jajaja, lo del autointerrogatorio es para partirse de risa) llega a niveles en demasía absurdos, demostrando de nueva cuenta que el individuo como tal no vale nada cuando hay intereses por encima de estos, por lo cual la integridad de este es expuesta a infinidad de violaciones y abusos cometidos en nombre de la ley, pero de nueva cuenta este pasaje cumple con creces su cometido al descubrirse bastante sardónico. Digamos que en pocas palabras Woody Allen se da a la tarea de abarcar una gran gama de aspectos antropológicos, sociales, políticos y filosóficos que son tocados con gran maestría y contados a través de chistes que pueden percibirse un tanto naif, pero que no dejan de ser incisivos gracias a una excelente implementación del slapstick.
Ahora bien el apartado interpretativo juega parte importante para que la cinta navegue por los senderos de la sátira mas fina, es por esto que la imagen física del propio Allen (bastante lerdo a simple vista) ayuda a creer dicho ejercicio cinematográfico volviéndose indudablemente una especie de Quijote en un mundo suficientemente cínico y pesimista (con la diferencia que por lo menos aquí nuestro querido amigo por lo menos se queda con la chica, jajaja), al igual que los secundarios que secundan con habilidad y carisma a nuestro protagonista (aunque siendo franco su servidor aquí si demuestra un poco de oscurantismo en cuanto a los actores que colaboran con Allen, pues solo reconoce a Carlos Montalbán). Por supuesto los aspectos técnicos como la fotografía y encuadres destilan originalidad y le imprimen esa cadencia a una historia en exceso hilarante, los aspectos narrativos y su fluidez también estan bien resueltos haciendo que la historia se vaya como agua al tiempo que no se le da tregua al espectador para aburrirse, empero los aspectos neurálgicos de la historia jamás se pierden.
Asi mismo es importante recalcar la importancia que juega la banda sonora compuesta por Marvin Hamlisch, pues este aspecto tan importante mantiene el ritmo y ejerce como hilo conductor del film, al tiempo que le imprime cierta intención a varios pasajes, por ejemplo la jocosa escena del puesto de revistas porno o la reunión de Mellish (Allen) con los aristócratas de San Marcos son muestra de esto. Ya para finalizar debo decir (de nueva cuenta y más convencido) que usted no debe perderse la obra de éste macizo director el cual ya desde su primer trabajo llamado Toma el Dinero y Corre (1969) se instauraba como un genio de la comedia de situaciones, claro sin perder ese ápice de cuestionamientos a los aspectos humanos más intrínsecos.
Por supuesto esta demás decir que usted no debe perderse Bananas pues encontrará en esta ácida e hilarante comedia un sano divertimento, se los aseguro. Como dato curioso, si el de la primera imagen es Sylvester Stallone en uno de sus primeros papeles histrionicos.
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