viernes, 21 de febrero de 2014

KILLER JOE de William Friedkin

Título original: KILLER JOE
Año: 2011
Duración: 103 min.
País: Estados Unidos
Director: William Friedkin
Guión: Tracy Letts
Música: C.C. Adcock Fotografía: Caleb Deschanel
Reparto: Matthew McConaughey, Emile Hirsch, Thomas Haden Church, Gina Gershon, Juno Temple Productora: Voltage Pictures / Worldview Entertainment
Género: Thriller.






Siguiendo con la tónica sobre peliculas que disertan sobre la condición político social de Norteamérica, claro desde una perspectiva nada complaciente sino más bien de verdadera autocrítica hacia una sociedad en plena decadencia cultural, encontramos esta extraordinaria cinta dirigida por el ya mítico William Friedkin quien con Contacto en Francia (1971) y El Exorcista (1973) se ha ganado con justa razón un lugar muy especial en el Olimpo de la cinematografía universal. Y es que aunque la carrera de Friedkin no ha sido de lo más prolífica si podemos encontrar en su desigual filmografía títulos que demuestran que este es un realizador de oficio, como en Encrucijada (1980) donde Al Pacino es un detective encubierto que enfrenta un caso donde pondrá a prueba su condición de agente de ley y su propia sexualidad (verla para creerla), Jade de 1995, aceptable thriller sicosexual que recuerda a Bajos Instintos de Paul Verhoeven (1992) con un David Caruso algo ajustado en interpretación y una Linda Fiorentino como la femme fatale en turno, y en últimas fechas la acojonante cinta de horror Bug (2006) donde se ponía en claro que Friedkin seguía en forma.

De ahí que esta Killer Joe verdaderamente es un regreso más que aceptable que pone de nuevo en la mira al director de El Exorcista, pues aquí el realizador filma con total precisión y sin ningún tipo de tapujos el incisivo, bizarro y enfermizo guion de Tracy Letts (Bug, U.S. Marshals) para materializar una de las que sin lugar a dudas es una de las peliculas más inclasificables de los últimos tiempos, pues aunque esta podría considerarse un thriller, es de agradecerse que esta no ronde los caminos comunes del género. ¿Pero de que va Killer Joe? La historia nos presenta a un perdedor, un tipo llamado Chris (Emile Hirsch) que a mitad de la noche irrumpe en la casa de su padre, Ansel (Thomas Haden Church) con el cual solo mantiene una relación de negocios, pues la esposa (Gina Gershon) de este no soporta a Chris por ser un completo fracasado que solo mete en problemas a Ansel.

Total que la dichosa visita tiene como objetivo la proposición de parte de Chris a su padre de matar a su madre para cobrar el jugoso seguro de vida que esta ha contratado y del cual se ha enterado, y es que el desdichado vástago tiene solo unos cuantos días para liquidar una deuda de apuestas o si no su vida terminará en los subsiguientes días. Total que entre dimes y diretes Ansel apoya a Chris pero con la condicionante de que también a Sharla (Gershon) le toque parte del botín el cual asciende a unos 50000 dólares. Es ahí donde entra a escena Joe Cooper (Matthew McConaughey) un policía texano que en sus tiempos libres hace trabajos de eliminación, por lo cual es conocido en el bajo mundo como Killer Joe, un sujeto frío y calculador que no duda en asesinar siempre y cuando paguen el precio justo.

Es así que Chris y Ansel se ponen de acuerdo con Joe y pactan pagarle diez mil dólares para que haga lo que en un principio parecía una tarea fácil, sin embargo las cosas se saldrán de control cuando el par de perdedores no puedan solventar el pago de Joe (no diré más pero la trama se tuerce por caminos bastante jocosos y lúgubres en un tono donde el humor es negrísimo) y también cuando entre en escena Dottie (Juno Temple) la hermana menor de Chris (la cual sufre de cierto trastorno mental) quien se vuelve el objeto del deseo del asesino a sueldo por lo cual este la toma como póliza de seguro para que le sean pagados los honorarios de su labor.

De entrada debo decir que la cinta de Friedkin logra enganchar desde un inicio y no suelta al espectador hasta su muy satisfactorio final, esto porque el director logra presentarnos sin concesiones unos personajes que se descubren interesantes desde su primera aparición, esto gracias a que están realmente dotados de pathos y un planteamiento moral que los tridimensionan a niveles asquerosamente realistas, de ahí que el espectador no puede evitar realizar un ejercicio netamente vouyerista para saciar esa necesidad morbosa de descubrir el sinuoso final que les depara a los mismos. Es por tal motivo que aquí se nota  la garra de  Friedkin como narrador, pues el asesinato de la esposa/madre es solo ese macguffin que hará caminar el relato a terrenos que por momentos deambulan en el género de horror más puro (llegando al tercio final lo descubrirán).

Incluso es de agradecerse (por lo menos su servidor así lo expresa) que la historia no busque aleccionar con discursos moralistas, y es que los personajes con todo y que son detestables (pues representan esa basura blanca), tampoco son arquetípicos y como mencionaba con anterioridad, logran percibirse tridimensionales. Por supuesto que también el uso del humor negro, aquí sirve en demasía para fungir como esa válvula de escape para el espectador no se abrume por los acontecimientos tan agobiantes, los cuales por supuesto mellan en la psique del espectador menos experimentado en el terreno del terror psicológico, pero harán todo un goce a los cinéfilos más asiduos a este tipo de producciones. Por supuesto otro gran acierto además de las acertadas actuaciones (aspecto que mencionare más adelante) es que todo el discurso sociopolítico es contundente y no se anda por las ramas; al tiempo que lo verdaderamente perturbador es que aunque si existen escenas con violencia gráfica (después de presenciar la grotesca e hilarante escena que incluye una pierna de pollo estilo KFC como accesorio fálico, les juro que la percepción sobre este tipo de comida rápida jamás será la misma, jajaja) el horror se mete en el espectador de manera muy pero muy velada, lo que indudablemente es un gran acierto, pues esto provoca durante todo el visionado un dejo de incomodidad. Así como descubrir que el sexo igualmente funciona como aspecto narrativo para reforzar el discurso que se quiere transmitir.

Así mismo otro punto nodal en la trama es la de descubrir que el personaje de  Killer Joe se presenta como esa figura ominosa que simboliza lo peor del ser humano, esa decadencia moral e intelectual que abruma al sujeto desde tiempos ancestrales, basta con detenerse a observar la vestimenta de este, siempre ataviado con ropajes negros, guantes, gafas oscuras y sombrero  que cubren su rostro, prendas que tienen la intención de ocultar su humanidad cuando realiza sus fechorías. No es casualidad que en ciertos pasajes de la historia  Matthew McConaughey ni siquiera tenga que pronunciar una palabra para infundir temor, incluso su apacible performance en todo momento causa zozobra en los otros personajes, aspecto que también logra transmitir en el respetable. Esto por supuesto además de evidenciar que los personajes están bien escritos, igualmente nos muestra el gran crecimiento actoral que el intérprete de Novia por Contrato (Andy Tennant, 2008) ha tenido en los últimos años, por supuesto escogiendo proyectos más interesantes y proactivos a nivel interpretativo. De ahí que el Killer Joe de McConaughey se descubre como ese ente que infunde el castigo a quien lo merece como si de un ángel del infierno se tratase. 

Por supuesto el performance de McConaughey es soberbio, pues el intérprete logra dotar de varios tonos dramáticos a su personaje, por lo cual su acto va increscendo hasta volverse todo un paroxismo de violencia en el tramo final del film (un final para la posteridad se los juro), todo sin exacerbar ni exagerar, por lo cual su servidor se quita el sombrero ante tan excelsa actuación. Igualmente es de agradecer que el reparto que acompaña a McConaughey también este comprometido con sus personajes, comenzando con una Gina Gershon irreconocible a nivel interpretativo (claro y dejando de lado las cirugías plásticas), entregando su existencia a un personaje que aunque no figura mucho tiempo frente a pantalla, es más sin embargo pieza pivotal en la vuelta de tuerca que depara el tercer acto de la historia.

Por su parte Thomas Haden Church como el indolente patriarca también está más que excelente como ese patético sujeto que no tiene aspiraciones legítimas que ahoga su penas en el alcohol y un trabajo mediocre que solo le da para subsistir en su viejo remolque con su esposa e hija (bien de verdad la actuación); en cuanto a Juno Temple su encarnación de lolita cae como anillo al dedo para cerrar de manera satisfactoria todas las elipsis narrativas planteadas en el film, pues la joven actriz dota de esa inocencia y perversidad a un personaje que tal vez se perciba como el más ambiguo de todos. Tal vez quien entrega la interpretación más floja de este proyecto sea Emile Hirsch (o tal vez sus compañeros están bastante correctos que lo hacen ver algo flojo, no lo sé) pues aunque se esfuerza por estar a la altura de las circunstancias no logra convencer del todo, aunque es indudable que tal vez sea por su actuación o por el diseño del personaje de Hirsch que el espectador termina odiándolo por lo cual desea que su destino quede sellado de una vez por todas por Joe Cooper.

Ya para finalizar diré que en definitiva Killer Joe es uno de los trabajos más macizos de William Friedkin a últimas fechas (motivo por el cual espero su siguiente proyecto con ansias) por lo cual no debe perderse el visionado de dicha cinta, la cual es áspera, mórbida, cero maniquea y políticamente incorrecta, con McConaughey en estado de gracia,  y por supuesto aunque el film no sea apto para todo el público, ¿se necesitan más elementos para verla? creo que no.
 

jueves, 6 de febrero de 2014

LA GRAN ESTAFA AMERICANA de David O. Russell

Título original: American Hustle
Año: 2013
Duración: 138 min.
País: Estados Unidos
Director: David o. Russell
Guión: Eric Singer, David O. Russell
Música: Danny Elfman
Fotografía: Linus Sandgren Reparto: Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Michael Peña, Jack Huston, Alessandro Nivola, Shea Whigham, Paul Herman, Elisabeth Röhm, Saïd Taghmaoui, Adrián Martínez, Robert De Niro Productora: Columbia Pictures / Annapurna Pictures / Atlas Entertainment
Género: Drama.




Qué satisfacción causa seguir la carrera de un director como David O. Russell que con la ya lejana Tres Reyes (1999) mostraba sus inquietudes narrativas, plásticas y sobre todo ideológicas  sobre la concepción de la cultura norteamericana, pues aunque dicho filme se vendía como una cinta de acción su discurso iba más allá del mero espectáculo visual para dejar mella en las conciencias de los espectadores al exponer ciertos aspectos incomodos del país del pie de manzana. Por supuesto y después de un gran lapso de tiempo llego El Luchador (2010) con un gran Christian Bale  que volvía a demostrar que lo suyo es lo que se llama la interpretación de método (al comprometido actor no le importa aumentar o disminuir veinte o treinta kilos para ponerse en la piel de los personajes que encarna) por lo cual tanto Russell como Bale se pusieron en la antesala de los Oscar como mejor cinta y mejor actor secundario (haciéndose Bale de la estatuilla por la acojonante interpretación del ex boxeador Dicky Eklund).

Tiempo después (el año 2012 para ser más precisos) O. Russell nos trae la intimista Juegos del Destino en donde se exploraban los problemas emocionales de dos personajes disfuncionales que tratan de hallarle sentido a su vida, en donde tanto Bradley Cooper demostraba que podía actuar cuando está bien dirigido; y Jennifer Lawrence (que gano el Oscar como mejor actriz por dicha cinta) solo venía a reafirmar que es una excelente joven interprete con gran futuro cuando se embarca en papeles más complejos. Pues bien ahora nos llega esta Gran Estafa Americana donde O. Russell repite en colaboración tanto de Bale, Amy Adams, Cooper y Lawrence, para volver a escudriñar en esos elementos complejos del sujeto promedio con aspiraciones ficticias y emocionalmente quebrados que buscan el sueño americano.

La cinta abre mostrándonos a un regordete sujeto llamado Irving Rosenfeld (Christian Bale) quien comienza su día con un minucioso ritual que incluye tapar sus cavidades craneales pegando sutilmente con barniz algunos mechones de cabello, para después hacerse un complejo peinado para terminar ataviándose con vestimentas de etiqueta. Acto seguido Irving (Bale) se encuentra con Sydney Prosser (Amy Adams) y Richie DiMaso (Bradley Cooper), la primera es una timadora como Irving con la cual se asocia para realizar prestamos fraudulentos, y el segundo es un joven y arrogante agente del FBI que le echo el guante a este par al descubrir sus fechorías; por lo cual los obliga a trabajar para el (y borrar su historial delictivo por supuesto) con el objetivo de desenmarañar una red de corrupción que involucra a gente muy poderosa como el Alcalde de Nueva Jersey, Carmine Polito (Jeremy Renner) un sujeto afable y trabajador con carisma, que más sin embargo por legitimizar los casinos como negocio legal, tuvo que tratar con Victor Tellegio (Robert De Niro) el mayor capo de los casinos.

Motivo por lo cual Irving no vaticina nada bueno, ya que la operación se antoja bastante peligrosa  y si a eso aunamos que la relación entre este y Sydney está bastante mal; pues al no poderse separar de su esposa, la neurótica Rosalyn (Jennifer Lawrence) ya sea por chantaje o simplemente por cobardía, lo cierto es que la humanidad de nuestro patético protagonista parece irse en picada. Interesante, emotiva, inteligente y por supuesto entretenida resulta el visionado de esta cinta, la cual nos presenta una trama bastante bien elaborada y por supuesto mejor  narrada, ya que la misma se va desenmarañando a puntos en los que los personajes son guiados a niveles insospechados y las verdaderas carencias afectivas, sociales e ideológicas, así como sus motivaciones son sacadas a flote.

Incluso no es casualidad que el basto y coral reparto represente diferentes momentos y circunstancias de una sociedad sumida en la mentira y la anarquía desprovista de valores (por eso encontramos ciertas referencias a los gobiernos de Nixon y Reagan). Por supuesto es así que la naturaleza de los personajes hacen que se sumergen en una busca desesperada que les dé una oportunidad para redimirse, esa segunda oportunidad que todos necesitamos. De ahí que la historia acierta también en descubrirse como una parábola, ese análisis bastante incisivo sobre la pérdida de identidad del sujeto que sin legítimas y solventes bases ideológicas y/o culturales, vuelven a sus personajes presa fácil de ese monstruo llamado masificación de conciencias (ahora mejor  conocido como el facebook).

Pero claro esto no resultaría tan exquisito si aun cuando se cuenta con una adecuada dirección y un guion solvente, los actores que prestan su humanidad no estuvieran a la altura de las circunstancias, de ahí que también es una gran sorpresa descubrir de nuevo a un reparto consistente y bien dirigido, presentando de nuevo a un Christian Bale comprometiendo su físico (de nuevo) en aras de dotar de credibilidad  a un personaje complejo emocionalmente, lo cual demuestra que el actor de Batman es uno de los mejores histriones de su generación; pues su interpretación como Irving resulta impecable, creíble, sin exacerbar en el drama barato, su construcción del personaje así mismo es loable y como casi todos este se va transformando en sus motivaciones y al final termina por volverse entrañable.

Así mismo tanto Amy Adams como Bradley Cooper hacen lo propio y no desentonan en absoluto con sus efectivas actuaciones, por lo cual la intérprete de Encantada (Kevin Lima, 2007) de nuevo demuestra su versatilidad haciendo papeles que no necesariamente pueden percibirse agradables o que tienen una moral bastante ambigua, pero que extrañamente resulta en este caso inquietante descubrir esa fragilidad psicológica de su personaje. Por otra parte Cooper esta crecido y logra mantenerse al nivel de Bale y Adams, incluso balancea perfectamente el drama con su vis cómica, la cual aquí sirve en demasía para dotar al relato de ese sórdido humor negro que también resulta adecuado para pitorrearse de las circunstancias tan absurdas que viven los personajes. 

De ahí que el humor negro y sarcástico que destila el filme se agradece, pues resulta preciso en ciertos momentos de la trama que puntualizan aspectos importantes en la misma, para ejemplo se encuentra el pasaje donde la excelente Jennifer Lawrence al borde de la locura se desahoga cantando y llorando mientras los acordes de Live and Let Die de The Wings resuenan (jajajaja). Mención aparte merece la propia Lawrence quien aunque tiene un poco de menos participación no desaprovecha los momentos y sorprendentemente en ocasiones se come a sus compañeros de reparto con una gran actuación que oscila entre la locura y lo absurdo. Y por último y no menos importante Jeremy Renner se percibe cómodo en su papel y vuelve entrañable a su Carmine Polito, gracias a una interpretación bien resuelta.

Es así que O. Russell logra una cinta redonda (con todo y que esta representa la más ambiciosa de su filmografía) pues el realizador en ningún momento de la travesía que representa la historia descuida a sus personajes, nunca los abandona a la deriva y con todo y esa vuelta de tuerca magistral al final de la cinta, uno tiene la sensación de que todos los personajes recibieron lo que merecían, aun y cuando los resultados no fueran del todo buenos, lo que hace que la cinta también se despoje de cualquier ápice de moralina. Asi mismo la puesta en escena es exquisita, la recreación de la época impecable, la banda sonora de Danny Elfman encaja a la perfección y por supuesto el estilo visual que imprime el director de Los Juegos del Destino es idónea para contarnos este relato sobre unos perdedores bastante patéticos pero con buen corazón.

Así que si usted aun no ve La Gran Estafa Americana no lo piense más y revísela, pues tal vez usted distinguido lector encuentre más virtudes de las que su servidor ha podido analizar en esta honesta reseña, la cual solamente tiene el objetivo de recomendarle una cinta que vale la pena el visionado.