miércoles, 1 de diciembre de 2010

CINE DE AUTOR: LA MUERTE Y LA DONCELLA

TÍTULO ORIGINAL: Death and the Maiden
AÑO: 1994
DURACIÓN: 103 min.
PAÍS: Inglaterra
DIRECTOR: Roman Polanski
GUIÓN: Ariel Dorfman & Rafael Yglesias (Teatro: Ariel Dorfman)
MÚSICA: Wojciech Kilar
FOTOGRAFÍA: Tonino Delli Colli
REPARTO : Sigourney Weaver, Ben Kingsley, Stuart Wilson
PRODUCTORA: Coproducción GB-Francia; Capitol Films Ltd.
GÉNERO: Thriller. Drama.





Antes de comenzar el siguiente y descerebrado ciclo que su servidor ha decidido dedicarle al fastuoso y  menospreciado cine de acción, en donde figuras tan emblemáticas como Stallone, Norris, Willis o Schwarzenegger serán la parte neurálgica del mismo, que mejor que darle una revisada al trabajo de uno de los pocos directores en activo que siguen fieles a sus principios como es el caso del señor Roman Polanski.

Y el título en cuestion es La Muerte y la Doncella, cinta con la que el director francés  vuelve a poner el dedo en la llaga para contarnos de nueva cuenta un relato oscuro y perturbador. La historia gira en torno a los hechos acontecidos durante la dictadura que sucedieron en los años setentas en Argentina y que tuvieron infinidad de consecuencias, dentro de las cuales se cometieron infinidad de abusos a los derechos humanos.

Es por eso que una noche lluviosa conocemos a una mujer llamada Paulina Escobar (Sigourney Weaver) la cual vive alejada de la civilización en una especie de cabaña en una zona costera. Paulina prepara la cena y espera a Gerardo (Stuart Wilson), su esposo, sin embargo este no llega y la mujer se enfurece. Para colmo de males la lluvia provoca que la luz y la línea telefónica dejen de funcionar.

Horas después Paulina avista un auto cerca de su casa, en primera instancia la mujer se asusta y va en busca del arma que guarda en el cajón de su buró para después asomarse por una de las ventanas y tratar de descubrir quien es la persona que ha llegado, empero la mujer  se tranquiliza cuando descubre  que es Gerardo quien ha arribado, quien después le explica que su vehículo sufrió un desperfecto en el camino causado por la lluvia, pero gracias a la ayuda de un extraño logro llegar sano y salvo.

Con estos acontecimientos que acabo de describir el espectador comienza a preguntarse por que Paulina (Weaver) se percibe tan alterada, tan enojada, tan impotente, la respuesta a estos cuestionamientos comienzan  a develarse cuando el respetable presencia la conversación entre Gerardo (Wilson) y su mujer, en esta descubrimos que el hombre es un abogado que ha sido comisionado por el presidente de la nación para armar el caso que pretende castigar por crímenes contra la humanidad a todos los que hayan estado involucrados en la mencionada dictadura de los años setentas, en donde cientos de personas fueron privadas de su libertad, a muchos se les acuso injustamente de estar en contra del régimen y fueron torturadas, muchos más fueron  ultrajados.

Y tal vez la revelación más impactante es la de saber que la propia Paulina fue víctima en ese periodo de la historia de su país, por lo que de algún modo le exige a su marido que haga todo lo posible para que los culpables sean castigados, ya que indirectamente cree que con esto  aliviaría un poco su búsqueda de justicia. Sin embargo otro suceso aun más perturbador  es el de descubrir que el hombre que ayudo a Gerardo a llegar a casa es el Dr. Roberto Miranda (Ben Kingsley), uno de los implicados que violaron y torturaron a Paulina cuando esta se encontraba en cautiverio, el cual cuando cometía los atroces acontecimientos ponía la sinfonía "La muerte y la doncella" de Franz Schubert.

Esto lo descubrimos cuando Miranda (Kingsley) regresa inesperadamente a la casa del matrimonio Escobar con el pretexto de charlar con Gerardo, a quien le hace saber su admiración pues se ha enterado en las noticias de su importante nombramiento. Por tal motivo como Gerardo se siente halagado deja pasar al Doctor y comienzan a charlar, empero Paulina que se encuentra escondida en una recamara continua escucha la voz del extraño invitado y de inmediato le reconoce, ella sabe que el hombre que ahora esta en la sala fue aquel que años atrás la torturo.

Lo que sigue después es presenciar como Paulina en pocos instantes desarrolla un plan en el cual priva de su libertad al Dr. Miranda con el único fin de juzgarlo por lo crímenes cometidos, aun ante la desaprobación de Gerardo, quien fungirá como su defensor en este escalofriante relato.

Con éste excelente planteamiento el señor Roman Polanski nos entrega un excelente thriller psicológico, el cual brilla por la precisión de su guión pues se despoja de discursos baratos y se centra más en la psicología de sus tres personajes principales, motivo por el cual el diseño de estos es portentoso y hace que  estén llenos de humanidad, razón para que  sus actos se perciban creíbles.

Motivo por el cual el espectador se mantendrá frente al televisor tratando de descifrar la verdad sobre Miranda (Kingsley) y Paulina (Weaver) pues en determinados momentos de la historia los hechos parecen bastante confusos, primeramente por que descubrimos a una mujer trastornada, llena de miedos, la cual incluso es cuestionada en su cordura por su esposo Gerardo (Wilson) el cual ya ha pasado anteriormente por eventos similares, en donde su esposa cree haber identificado al culpable de su desgracia.

Es por esto también que el personaje que interpreta Stuart Wilson resulta en ocasiones el más interesante, pues es como si el espectador se convirtiera en este, ya que en el recae la responsabilidad de escuchar los hechos de los otros dos involucrados y decidir quien es culpable o inocente, algo que de verdad es bastante difícil de asumir. Sin embargo al final la verdad será revelada y desgraciadamente lo que nos enseña este relato es que incluso descubrir esta, no siempre causa la tan deseada calma que clama el personaje de Paulina.

No es casualidad también que el espacio donde ocurren los hechos (el interior de la casa) este constreñido, pues este juega a su vez un papel importante en el relato ya que refuerza de muchas formas el momento emocional de los personajes, de algún modo es como si el interior de la casa fuera una especie de recoveco mental de los protagonistas, esto lo comento pues  la oscura y atmosférica fotografía, e incluso la música han dejado en un servidor esta sensación.

De las actuaciones hay que resaltar que Polanski vuelve a demostrar que es un experto en la dirección de actores ya que logra sacar lo mejor del trío protagónico, pues estos se despojan de melodramas baratos, y lo mejor es que reflejan a traves de sus performances la sórdida naturaleza del ser humano, aunque por supuesto el duelo entre Sigourney Weaver y Ben Kingsley es lo mejor del film.

Asi que puedo recomendar de sobremanera La Muerte y la Doncella ya que representa un filme perturbador, oscuro y pesimista, pero que sin lugar a dudas resulta  exquisito  a nivel narrativo e ideológico, pues  se atreve a cuestionar directamente al espectador que se aventura a visionarlo y eso no siempre sucede en la cinematografía actual. Asi que ¡larga vida al señor Polanski!

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