AÑO: 2006
DURACIÓN: 88 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Adam Rockoff
GUIÓN: Adam Rockoff
MÚSICA: Harry Manfredini
FOTOGRAFÍA: Armando Salas
REPARTO: Wes Craven, Sean S. Cunningham, John Carpenter, Betsy Palmer, Rob Zombie, Dario Argento, Kevin Bacon, Johnny Depp, Robert Englund, Herb Freed, Tom Savini
PRODUCTORA: Think Films
GÉNERO: Documental.
Si hay un género del cual los norteamericanos pueden estar orgullosos ese es sin lugar a dudas el Slasher (y del western claro), movimiento cinematográfico que realmente inventaron y que se convirtió en un referente social tanto cultural a finales de la década de los años setentas pero sobre todo a principios y mediados de los ochentas y que aun en la actualidad ha impactado al cine de terror.
Por tal motivo este documental es una joyita para todos los amantes del cine de horror (como su servidor) pues se convierte en un documento que no solo se queda en el aspecto meramente revisionista, si no que a su vez explora las motivaciones artísticas, intelectuales e históricas de todos aquellos que hicieron de este subgénero una industria bastante redituable a nivel económico y que aun en nuestros días sigue vigente.
Es por esto que el film del director norteamericano nos sumerge en un apasionante viaje donde nos explica el origen del slasher dando repaso a cintas como Bood Feast (1963) de Gordon Lewis y la pequeña (como muchos críticos llamaron en su momento a este film) pero a su vez grandiosa Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock, esta última tuvo la fortuna de sentar las bases narrativas y plásticas del género por parte de su realizador sin ser conciente de lo que había creado, y es que si uno revisa la cinta del director inglés podrá descubrir el nacimiento de esos terribles villanos que eran personas comunes y corrientes (el dueño de un motel) quebrados psicológicamente, por lo que la amenaza ahora era más palpable que aquellas que se dieron en producciones de ciencia ficción de los años cincuentas o sesentas que centraban sus argumentos en los temores de la sociedad, los cuales provenían por los avances tecnológicos o la llegada de las armas nucleares, por ejemplo El Enigma de otro Mundo (Christian Nyby, 1951), Godzilla (Honda, 1954) o La Mosca (Neumann, 1958).
Sin embargo con los cambios políticos y sociales (como la llegada de la guerra de Vietnam o la era Reagan) las sociedad percibía su entorno más inseguro, donde los enemigos ya no eran ya vistos como los países comunistas, ahora se le temía al vecino de la casa contigua como sucedió con la obra maestra de John Carpenter llamada Halloween (1978) donde el asesino llamado Michael Myers estaba desprovisto de total identidad humana, cubriendo su rostro con esa escalofriante máscara blanca y que solo mostraba en sus motivaciones la aniquilación de vida humana.
Por lo cual las lecturas ideológicas de Halloween y de otros títulos que vinieron después como Viernes 13 (Cunningham, 1980) o Prom Night (Paul Lynch, 1980) nos decían que estos asesinos enmascarados eran una especie de castigo ante una sociedad sumergida en el consumismo y el libertinaje, por lo que es de comprender que las víctimas mortales de tipos como Jason fueran adolescentes ávidos de sexo y alcohol, un reflejo fehaciente de la opresión social y moral por el que pasaban los Estados Unidos en ese momento.
Sin embargo los valores plásticos fueron lo que llamaron la atención del público, como sucedió con Viernes 13 el primer film que mostró toda una apología de emoglobina en donde a diferencia de la cinta de Carpenter, la inserción de grandes dosis de sangre y violencia gráfica que consistía en mostrar los asesinatos de las formas más brutales se convirtieron en el sello característico de estas producciones, gracias al uso de hachas, machetes y demás objetos punzo cortantes que mutilaban los cuerpos de los protagonistas (motivo por el cual se conoce como slasher o destazamiento) causaron gran revuelo y fascinación entre los adolescentes, gracias también a unos maravillosos efectos especiales por lo que estan cintas comenzaron a recaudar millones de dólares, ya que si lo analizamos estas también eran un vehículo de catársis para el respetable.
Por tal motivo las grandes casas productoras se fijaron en estas cintas, pues su costo era poco (Halloween costo solo 300 000 dólares) y recaudaban millones, es por esto también que el mercado comenzó a inundarse de infinidad de producciones que muchas veces ya no cuidaban su calidad y apostaban por sorprender al espectador con más y más gore. Es por esto que la epoca dorada del slasher abarcó la década de los ochentas con títulos como Pesadilla en la Calle del Infierno (1984) de Wes Craven, Sangriento San Valentín (Mihalka, 1981), Chucky el Muñeco Diabólico (Tom Holland, 1988) e infinidad de secuelas que convirtieron a personajes icónicos como Jason, Freddy o Myers en productos de consumo rápido.
Obviamente el genero se desgasto convirtiéndose en mercancía de usar y tirar por lo que el público empezó a hartarse, aunado a la crítica que consideraba a este tipo de filmes como violentos y misóginos, el slasher comenzó a morir. Empero una nueva generación de espectadores ávidos de horror, mala leche y discursos políticamente incorrectos resucitaron el género poniendo en un status de culto a aquellas viejas glorias ochentenas que fueron revalorizadas, por lo que directores de la vieja guardia revitalizaron el género como es el caso de Wes Craven y su saga Scream (1996), titulo de vital importancia para la epoca moderna del movimiento slasher, pues en esta el director norteamericano utilizaba la vieja formula pero la barnizaba de auto referencias y le insertaba algunas dosis de humor.
Asi mismo otra generación de nuevos directores como Rob Zombie, Eli Roth, James Wan entre otros tomaban la batuta para crear nuevos títulos los cuales mamaban esa gran baza tan interesante que les habían dejado directores como Cunningham o el propio Craven, por lo que nacen títulos tan interesantes como La Casa de los Mil Cuerpos (2003) y Los Renegados del Diablo (2005) ambas de Zombie (esta última su obra maestra hasta el momento al menos para el que esto escribe), Saw (2004), Hostal (2005) y muchas más, titulos que retoman el gusto por el gore más bruto y que en algunas de las ocasiones la exploración de personajes se convierten en puntos centrales de las tramas.
Como puede leer el respetable este excelente documento que realiza el director Adam Rockoff, logra reunir información valiosísima sobre este genial subgénero que muchas veces ni siquiera se ha considerado arte por algunos sectores de críticos de cine “serios” (¡malditos ilusos! ojala se volviera a retomar la forma de realizar efectos especiales como los que hacía el grandioso Tom Savini, o ¿a quien no le parece arte las increíbles creaciones de latex y animatrónics que aparecen en La Cosa de Carpenter?) y lo mejor es que los verdaderos precursores como directores y actores del movimiento nos explican sus motivaciones creativas por lo que gente como el propio John Carpenter, Wes Craven, Rob Zombie, Betsy Palmer, Paul Lynch y un sin fin de gente como son también los fans nos hablan de este genero muchas veces satanizado.
Por último debo decir que Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film es un interesante documental que explora, disecciona y sobre todo muestra los atributos tanto defectos de un género que muchas veces se desvaloriza, pero que al igual que el drama o cualquier otro género cinematográfico goza de un lenguaje propio. Sin embargo lo mejor del trabajo audiovisual de Rockoff es que demuestra que el slasher no ha muerto, asi que para todos aquellos que amamos este, seguiremos disfrutando de esos oscuros y sofocantes lugares llenos de atmósferas lúgubres, en donde guapas mujeres en toples y adolescentes calenturientos irán muriendo de las formas más dolorosas posibles a manos del villano en turno, el cual seguramente nos advierte de su acecho cuando presenciemos que nos ve a través de una mirada subjetiva y la musica estridente solo nos avise el sangriento desenlace.
Sr. G., si algo hay que celebrarle a su blog -además de la vistosa, renovada y colorida nueva cabecera- es la calidad del material que impecablemente adorna su contenido, mostrando una astucia que sobrepasa la del blog convencional la abordar cintas que son precisamente lo contrario. En este caso, un filme que documenta una pléyade de producciones que,a su vez, son completamente atípicas [para el espectador promedio, claro está] pero para quienes nos amamantamos de la leche color neón de los 80's, era el cotidiano: los slashers y sus vertientes gore y splatter. Con mayor veracidad que un santo, coincido con su observación de que las artesanales técnicas de representación sangrienta de aquella época superan por mucho, tanto en veracidad como en creatividad, a la estéril y distante imaginería por computadora tan en boga hoy en dia, y dicha apreciación no se sustenta en aquel socorrido grito de batalla generacional de ``Antes todo era mejor´´...pero en este caso, me temo que así es, ya que se privilegiaban las atmósferas ominosas y oscuras, la búsqueda de novedosas formas de decapitar y eviscerar a alguien y el paroxismo violento a los close ups de modelos Calvin Klein de turno e historias con pretensiones. Si Jason o Michael Myers hubieran aspirado a ser políticamente correctos, se crearía una paradoja de aquellas de las que nos advirtió el Dr. Emmet Brown capaces de destruir el universo. La revisión del documental, así como de las cintas que aborda, es fundamental para comprender como se generó un proceso de descomposición cultural al grado de considerar a Freddy Krueger como parte de la Americana, la gran catarsis estadounidense que no provenía de los esperanzadores discursos del cowboy Reagan o sus continuas intromisiones en países subdesarrollados. La genuina libetad estaba al otro extremo de un machete, cubierto de rebosante hemogoblina. Y todos éramos felices...
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