Año: 2013
Duración: 138 min.
País: Estados Unidos
Director: David o. Russell
Guión: Eric Singer, David O. Russell
Música: Danny Elfman
Fotografía: Linus Sandgren Reparto: Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Michael Peña, Jack Huston, Alessandro Nivola, Shea Whigham, Paul Herman, Elisabeth Röhm, Saïd Taghmaoui, Adrián Martínez, Robert De Niro Productora: Columbia Pictures / Annapurna Pictures / Atlas Entertainment
Género: Drama.
Qué satisfacción causa seguir la carrera de un
director como David O. Russell que con la ya lejana Tres Reyes (1999) mostraba
sus inquietudes narrativas, plásticas y sobre todo ideológicas sobre la concepción de la cultura
norteamericana, pues aunque dicho filme se vendía como una cinta de acción su
discurso iba más allá del mero espectáculo visual para dejar mella en las
conciencias de los espectadores al exponer ciertos aspectos incomodos del país
del pie de manzana. Por supuesto y después de un gran lapso de tiempo llego El
Luchador (2010) con un gran Christian Bale
que volvía a demostrar que lo suyo es lo que se llama la interpretación
de método (al comprometido actor no le importa aumentar o disminuir veinte o treinta
kilos para ponerse en la piel de los personajes que encarna) por lo cual tanto
Russell como Bale se pusieron en la antesala de los Oscar como mejor cinta y
mejor actor secundario (haciéndose Bale de la estatuilla por la acojonante
interpretación del ex boxeador Dicky Eklund).


Motivo por lo cual Irving no vaticina nada bueno,
ya que la operación se antoja bastante peligrosa y si a eso aunamos que la relación entre este
y Sydney está bastante mal; pues al no poderse separar de su esposa, la
neurótica Rosalyn (Jennifer Lawrence) ya sea por chantaje o simplemente por
cobardía, lo cierto es que la humanidad de nuestro patético protagonista parece
irse en picada. Interesante, emotiva, inteligente y por supuesto entretenida
resulta el visionado de esta cinta, la cual nos presenta una trama bastante
bien elaborada y por supuesto mejor narrada, ya que la misma se va desenmarañando
a puntos en los que los personajes son guiados a niveles insospechados y las
verdaderas carencias afectivas, sociales e ideológicas, así como sus
motivaciones son sacadas a flote.
Incluso no es casualidad que el basto y coral
reparto represente diferentes momentos y circunstancias de una sociedad sumida
en la mentira y la anarquía desprovista de valores (por eso encontramos ciertas
referencias a los gobiernos de Nixon y Reagan). Por supuesto es así que la
naturaleza de los personajes hacen que se sumergen en una busca desesperada que
les dé una oportunidad para redimirse, esa segunda oportunidad que todos
necesitamos. De ahí que la historia acierta también en descubrirse como una
parábola, ese análisis bastante incisivo sobre la pérdida de identidad del
sujeto que sin legítimas y solventes bases ideológicas y/o culturales, vuelven a
sus personajes presa fácil de ese monstruo llamado masificación de conciencias
(ahora mejor conocido como el facebook).

Así mismo tanto Amy Adams como Bradley Cooper hacen
lo propio y no desentonan en absoluto con sus efectivas actuaciones, por lo cual
la intérprete de Encantada (Kevin Lima, 2007) de nuevo demuestra su
versatilidad haciendo papeles que no necesariamente pueden percibirse
agradables o que tienen una moral bastante ambigua, pero que extrañamente
resulta en este caso inquietante descubrir esa fragilidad psicológica de su
personaje. Por otra parte Cooper esta crecido y logra mantenerse al nivel de
Bale y Adams, incluso balancea perfectamente el drama con su vis cómica, la
cual aquí sirve en demasía para dotar al relato de ese sórdido humor negro que también
resulta adecuado para pitorrearse de las circunstancias tan absurdas que viven
los personajes.

Es así que O. Russell logra una cinta redonda (con
todo y que esta representa la más ambiciosa de su filmografía) pues el realizador
en ningún momento de la travesía que representa la historia descuida a sus
personajes, nunca los abandona a la deriva y con todo y esa vuelta de tuerca
magistral al final de la cinta, uno tiene la sensación de que todos los
personajes recibieron lo que merecían, aun y cuando los resultados no fueran
del todo buenos, lo que hace que la cinta también se despoje de cualquier ápice
de moralina. Asi mismo la puesta en escena es exquisita, la recreación de
la época impecable, la banda sonora de Danny Elfman encaja a la perfección y
por supuesto el estilo visual que imprime el director de Los Juegos del Destino
es idónea para contarnos este relato sobre unos perdedores bastante patéticos
pero con buen corazón.
Así que si usted aun no ve La Gran Estafa Americana no lo
piense más y revísela, pues tal vez usted distinguido lector encuentre más virtudes
de las que su servidor ha podido analizar en esta honesta reseña, la cual
solamente tiene el objetivo de recomendarle una cinta que vale la pena el
visionado.
Sin duda una de las mejores películas de este año (y estamos recién en Febrero)
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