Año: 2013
Duración: 130 min.
País: Estados Unidos
Director: Michael Bay
Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely (Artículos: Pete Collins)
Música: Steve Jablonsky
Fotografía: Ben Seresin
Reparto: Mark Wahlberg, Dwayne "The Rock" Johnson, Anthony Mackie, Ed Harris, Tony Shalhoub, Rebel Wilson, Ken Jeong, Rob Corddry, William Haze, Bar Paly, Peter Stormare
Productora: Paramount Pictures / Platinum Dunes / De Line Pictures
Género: Comedia.
Su
servidor siempre ha considerado la obra de Michael Bay como basura, así de
simple (espero las mentadas de madre de todos aquellos acérrimos seguidores del
director norteamericano que les gusta la saga Transformers), y es que esta
contiene todos los elementos que hacen que el “cine comercial” sea concebido
como ese ente banal que solo tiene la intención de que el “espectador” pase un
rato agradable mientras se atasca de palomitas y refresco de cola (ósea un
producto de consumo rápido sin otra finalidad tristemente); pues discúlpenme
pero las películas de Bay no cumplen ni eso, son bastante grandilocuentes,
estériles y estúpidas, pues el tipo piensa que llenando cada fotograma de
efectos visuales, explosiones, chicas enseñando el trasero y más explosiones;
el respetable lo pasara genial (buenos algunos si lo hacen, supongo que tienen
la capacidad de perder neuronas sin preocuparse demasiado) y es que basta con
revisar su filmografía para constatar esto.
Incluso
su servidor solo considera que La Roca (1995) se salva de la quema pues aunque
es bastante estúpida logra entretener a niveles insospechados puesto que se
percibe honesta y desenfadada (bueno y tiene a Sean Connery como protagonista)
y La Isla (2005) que parecía una buena
idea en papel pero en su ejecución es totalmente errónea por lo cual aquella
primera hora prometedora se va al caño (otra vez). Entonces pues resulta una
sorpresa descubrir esta Dolor y Dinero como la mejor cinta de Bay (tampoco es
para echar cohetes al aire claro pero si Ron Howard esforzándose a veces hace
cosas como Rush pues lo mismo pasa con Bay aunque sea una vez en su vida ¿no?),
eso sí antes de ponernos a sufrir de nueva cuenta con la cuarta entrega de la
nefasta Transformers. Pues bueno aquí el director de Bad Boys (1995) lleva a
buen puerto la historia “real” de Daniel Lugo (Mark Wahlberg) personaje de la
cultura norteamericana de los años noventa que se hizo famoso desgraciadamente
por cometer varios asesinatos y extorsiones en aras de cumplir el sueño
americano.
La
historia es la siguiente Daniel Lugo (Wahlberg) es un sujeto sin aspiraciones
ideológicas, un verdadero hijo de la generación X que desde muy pequeño ha
soñado con convertirse en un sujeto lleno de lujos a nivel económico (claro sin
ningún tipo de esfuerzo intelectivo) como todas aquellas figuras mediáticas de
la era MTV, de ahí que al no tener realmente metas concretas, pues este sujeto
se enrola primeramente en la cultura del fitness por lo cual gana un cuerpo
realmente fuerte y reafirma su baja autoestima. Tiempo después pasa a ser
acondicionador físico en el gimnasio (este ubicado en la ciudad de Los Ángeles)
por lo cual trata con algunas celebridades que asisten al lugar, por lo tanto
sus ansias de volverse alguien siguen en aumento, más sin embargo su nula
capacidad “mental” lo limita para volverse ese alguien que siempre ha querido
ser.
No es
hasta que asiste a una conferencia motivacional impartida por un singular
personaje llamado Johnny Wu (Ken Jeong) que nuestro protagonista encuentra el
motivo para orquestar un plan y volverse millonario (ya saben cómo es esto, si
lo intentas lo logras, jajaja). Y usted se preguntara ¿en qué consiste el
dichoso plan? Pues Lugo (Wahlberg) decide secuestrar a un importante cliente al
cual imparte clases de fitness, el siempre prepotente y repelente Victor
Kershaw (Tony Shalhoub) multimillonario con pasado ominoso. Para esto Lugo ya
se ha hecho amigo de un ex convicto convertido al cristianismo, Paul Doyle
(Dwayne Johnson, también fisiculturista claro) y un colega del mismo gimnasio
con algunos gustos sexuales algo peculiares (digamos que le gusta usar
consoladores como actividad extracurricular), llamado Adrian Doorbal (Anthony
Mackie); con los cuales Daniel realizara su maravilloso e “infalible” plan,
pero como todos intuirán pues las cosas se saldrán de control (pues el rapto se
convierte en homicidio) y será hasta la aparición en el tercer acto de un
detective Ed Du Bois (Ed Harris) que la banda de fisiculturistas será
aprehendida.
Pues
si respetables lectores, la cinta de Bay funciona a niveles básicos, algo que
no es malo necesariamente pues aunque el guion no depara nada nuevo, si es la
capacidad de los escritores Christopher Markus y Stephen
McFeely (Capitan America, 2011) la de plantear una historia digerible, con algunos
tintes de humor negro (algo que se agradece) y por supuesto algunos apuntes
sobre la decadencia en la cual se encuentra inmersa la sociedad moderna gracias
a la despersonalización del sujeto al estar expuesto ante tanto bombardeo de
los medios masivos (y no leer claro esta), y por supuesto a las necesidades de
consumismo desmedido que estos crean es sujetos desprovistos de intelecto y
voluntad propia. No es casualidad que el fenómeno del culto a la figura pública
(¿alguien pensó en Kim Kardasham y
compañia?) se perciba en esta cinta de manera fehaciente.
Así mismo también es
importante (y por supuesto justo) puntualizar que Bay logra descifrar y llevar
a buen puerto el guion de Markus y McFeely, pues increíblemente aunque la cinta
sobre pasa las dos horas de duración esta nunca se percibe cancina. De ahí que el
director norteamericano logra dotar de una fluidez narrativa al film, con todo
y que este no puede evitar plasmar ciertos tics a la hora del que hacer visual,
como la edición videoclipera en ciertos tramos de la cinta (sin llegar a los
extremos del ya finado Tony Scott), o una fotografía con la típica paleta
cromática en la filmografía de Bay (tonos verdosos, etc) y por supuesto la
aparición de la bandera norteamericana en las ya panoramicas tomas que caracterizan la obra del realizador de Transformers en la conclusión de la historia; aunque
aquí el mensaje sobre la cinta es por cierto nada patriótico, pues la misma
diserta sobre la basura blanca de la cual está también cohabitando el país de
las barras y las estrellas.
Por supuesto no todo
es miel sobre hojuelas y aunque la película logra funcionar como una sátira
(pues hay momentos en que las cosas toman tintes bastante absurdos y los
personajes se desquician a niveles inimaginables), pues los personajes por
momentos no dejan de ser algo acartonados aun y con el esfuerzo que realizan
sus intérpretes. Y es que aunque Wahlberg ha demostrado que puede resolver
personajes complejos (The figther, 2010) aquí por momentos luce algo incómodo
(aunque saca a buen puerto a su Daniel Lugo, incluso me atrevería decir que lo dota de ciertos pathos);
por otra parte Dwayne Johnson con todo
y su carisma no logra dar el tino a un personaje que en ocasiones se percibe
algo caricaturesco y hace que su interpretación raye en lo ridículo (la escena
que hace referencia al quiebre emocional provocado por la adicción a la cocaína
es prueba de esto), sin embargo y como comentaba la cinta llega a un punto en
el cual ya no se puede tomar demasiado en serio por lo cual la hilaridad de
ciertos pasajes e interpretaciones pues hacen que el espectador se deje llevar.
Lo que
sí parece una tanto deplorable quizá es constatar que aunque el guion se
esfuerza por ser incisivo (cosa que logra), son las cuestiones ideológicas del
propio Bay (tal vez de manera inconsciente) lo que provoca también que
aparezcan de nuevo aspectos de distinción racial (el personaje que interpreta
Anthony Mackie parece ser estúpido por ser negro) y de género, de nuevo las
mujeres son vistas como objetos sexuales sin intelecto. El que si luce cómodo
con su rol es el veterano y buen actor Ed Harris que no solamente resuelve con
solvencia su protagonista, si no que le da cierta legitimidad al proyecto
aunque su participación es algo corta.
En
definitiva Dolor y Dinero es una cinta que se deja ver (representando lo más rescatable de la
filmografía de Bay) y aunque no será recordada al pasar de los años, su servidor
cree que tiene aspectos positivos y legítimos que hacen de este filme un cinta
bizarra (no se sabe si se toma así misma en serio), pues con todo y su fallas,
el hecho de que sus realizadores apuesten por la exploración de la cultura
contemporánea y los aspectos que provocan su decadencia; hacen que las dos horas invertidas no sean una pérdida de
tiempo, incluso sin ser una Pumping Iron (Butler, Fiore, 1979), igualmente se
agradecen los esbozos sobre aspectos psicológicos y culturales de los individuos
que se adentran en el fitness para resarcir ciertas carencias emocionales.
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