Año: 2011
Duración: 103 min.
País: Estados Unidos
Director: William Friedkin
Guión: Tracy Letts
Música: C.C. Adcock Fotografía: Caleb Deschanel
Reparto: Matthew McConaughey, Emile Hirsch, Thomas Haden Church, Gina Gershon, Juno Temple Productora: Voltage Pictures / Worldview Entertainment
Género: Thriller.
Siguiendo
con la tónica sobre peliculas que disertan sobre la condición político social
de Norteamérica, claro desde una perspectiva nada complaciente sino más bien de
verdadera autocrítica hacia una sociedad en plena decadencia cultural,
encontramos esta extraordinaria cinta dirigida por el ya mítico William
Friedkin quien con Contacto en Francia (1971) y El Exorcista (1973) se ha
ganado con justa razón un lugar muy especial en el Olimpo de la cinematografía
universal. Y es que aunque la carrera de Friedkin no ha sido de lo más
prolífica si podemos encontrar en su desigual filmografía títulos que
demuestran que este es un realizador de oficio, como en Encrucijada (1980)
donde Al Pacino es un detective encubierto que enfrenta un caso donde pondrá a
prueba su condición de agente de ley y su propia sexualidad (verla para creerla),
Jade de 1995, aceptable thriller sicosexual que recuerda a Bajos Instintos de
Paul Verhoeven (1992) con un David Caruso algo ajustado en interpretación y una
Linda Fiorentino como la femme fatale en turno, y en últimas fechas la
acojonante cinta de horror Bug (2006) donde se ponía en claro que Friedkin
seguía en forma.
De ahí
que esta Killer Joe verdaderamente es un regreso más que aceptable que pone de
nuevo en la mira al director de El Exorcista, pues aquí el realizador filma con
total precisión y sin ningún tipo de tapujos el incisivo, bizarro y enfermizo
guion de Tracy Letts (Bug, U.S. Marshals) para materializar una de las que sin
lugar a dudas es una de las peliculas más inclasificables de los últimos
tiempos, pues aunque esta podría considerarse un thriller, es de agradecerse
que esta no ronde los caminos comunes del género. ¿Pero de que va Killer Joe?
La historia nos presenta a un perdedor, un tipo llamado Chris (Emile Hirsch)
que a mitad de la noche irrumpe en la casa de su padre, Ansel (Thomas Haden
Church) con el cual solo mantiene una relación de negocios, pues la esposa
(Gina Gershon) de este no soporta a Chris por ser un completo fracasado que
solo mete en problemas a Ansel.
Total
que la dichosa visita tiene como objetivo la proposición de parte de Chris a su
padre de matar a su madre para cobrar el jugoso seguro de vida que esta ha
contratado y del cual se ha enterado, y es que el desdichado vástago tiene solo
unos cuantos días para liquidar una deuda de apuestas o si no su vida terminará
en los subsiguientes días. Total que entre dimes y diretes Ansel apoya a Chris
pero con la condicionante de que también a Sharla (Gershon) le toque parte del
botín el cual asciende a unos 50000 dólares. Es ahí donde entra a escena Joe Cooper
(Matthew McConaughey) un policía texano que en sus tiempos libres hace trabajos
de eliminación, por lo cual es conocido en el bajo mundo como Killer Joe, un
sujeto frío y calculador que no duda en asesinar siempre y cuando paguen el
precio justo.
Es así
que Chris y Ansel se ponen de acuerdo con Joe y pactan pagarle diez mil dólares
para que haga lo que en un principio parecía una tarea fácil, sin embargo las
cosas se saldrán de control cuando el par de perdedores no puedan solventar el
pago de Joe (no diré más pero la trama se tuerce por caminos bastante jocosos y
lúgubres en un tono donde el humor es negrísimo) y también cuando entre en
escena Dottie (Juno Temple) la hermana menor de Chris (la cual sufre de cierto trastorno
mental) quien se vuelve el objeto del deseo del asesino a sueldo por lo cual
este la toma como póliza de seguro para que le sean pagados los honorarios de
su labor.
De
entrada debo decir que la cinta de Friedkin logra
enganchar desde un inicio y no suelta al espectador hasta su muy satisfactorio
final, esto porque el director logra presentarnos sin concesiones unos
personajes que se descubren interesantes desde su primera aparición, esto
gracias a que están realmente dotados de pathos y un planteamiento moral que
los tridimensionan a niveles asquerosamente realistas, de ahí que el espectador
no puede evitar realizar un ejercicio netamente vouyerista para saciar esa
necesidad morbosa de descubrir el sinuoso final que les depara a los mismos. Es
por tal motivo que aquí se nota la garra
de Friedkin como narrador, pues el asesinato de la esposa/madre es solo ese
macguffin que hará caminar el relato a terrenos que por momentos deambulan en el
género de horror más puro (llegando al tercio final lo descubrirán).
Incluso
es de agradecerse (por lo menos su servidor así lo expresa) que la historia no
busque aleccionar con discursos moralistas, y es que los personajes con todo y
que son detestables (pues representan esa basura blanca), tampoco son
arquetípicos y como mencionaba con anterioridad, logran percibirse tridimensionales.
Por supuesto que también el uso del humor negro, aquí sirve en demasía para fungir
como esa válvula de escape para el espectador no se abrume por los
acontecimientos tan agobiantes, los cuales por supuesto mellan en la psique del
espectador menos experimentado en el terreno del terror psicológico, pero harán
todo un goce a los cinéfilos más asiduos a este tipo de producciones. Por
supuesto otro gran acierto además de las acertadas actuaciones (aspecto que
mencionare más adelante) es que todo el discurso sociopolítico es contundente y
no se anda por las ramas; al tiempo que lo verdaderamente perturbador es que
aunque si existen escenas con violencia gráfica (después de presenciar la grotesca
e hilarante escena que incluye una pierna de pollo estilo KFC como accesorio fálico,
les juro que la percepción sobre este tipo de comida rápida jamás será la
misma, jajaja) el horror se mete en el espectador de manera muy pero muy
velada, lo que indudablemente es un gran acierto, pues esto provoca durante
todo el visionado un dejo de incomodidad. Así como descubrir que el sexo
igualmente funciona como aspecto narrativo para reforzar el discurso que se
quiere transmitir.
Así
mismo otro punto nodal en la trama es la de descubrir que el personaje de Killer Joe se presenta como esa figura ominosa
que simboliza lo peor del ser humano, esa decadencia moral e intelectual que
abruma al sujeto desde tiempos ancestrales, basta con detenerse a observar la
vestimenta de este, siempre ataviado con ropajes negros, guantes, gafas oscuras
y sombrero que cubren su rostro, prendas
que tienen la intención de ocultar su humanidad cuando realiza sus fechorías.
No es casualidad que en ciertos pasajes de la historia Matthew McConaughey ni siquiera tenga que pronunciar
una palabra para infundir temor, incluso su apacible performance en todo momento
causa zozobra en los otros personajes, aspecto que también logra transmitir en
el respetable. Esto por supuesto además de evidenciar que los personajes están bien
escritos, igualmente nos muestra el gran crecimiento actoral que el intérprete
de Novia por Contrato (Andy Tennant, 2008) ha tenido en los últimos años, por
supuesto escogiendo proyectos más interesantes y proactivos a nivel interpretativo. De
ahí que el Killer Joe de McConaughey se descubre como ese ente que infunde el
castigo a quien lo merece como si de un ángel del infierno se tratase.
Por
supuesto el performance de McConaughey es soberbio, pues el intérprete logra
dotar de varios tonos dramáticos a su personaje, por lo cual su acto va increscendo
hasta volverse todo un paroxismo de violencia en el tramo final del film (un
final para la posteridad se los juro), todo sin exacerbar ni exagerar, por lo
cual su servidor se quita el sombrero ante tan excelsa actuación. Igualmente es
de agradecer que el reparto que acompaña a McConaughey también este
comprometido con sus personajes, comenzando con una Gina Gershon irreconocible a
nivel interpretativo (claro y dejando de lado las cirugías plásticas),
entregando su existencia a un personaje que aunque no figura mucho tiempo
frente a pantalla, es más sin embargo pieza pivotal en la vuelta de tuerca que
depara el tercer acto de la historia.
Por su
parte Thomas Haden Church como el indolente patriarca también está más que
excelente como ese patético sujeto que no tiene aspiraciones legítimas que
ahoga su penas en el alcohol y un trabajo mediocre que solo le da para
subsistir en su viejo remolque con su esposa e hija (bien de verdad la
actuación); en cuanto a Juno Temple su encarnación de lolita cae como anillo al
dedo para cerrar de manera satisfactoria todas las elipsis narrativas
planteadas en el film, pues la joven actriz dota de esa inocencia y perversidad
a un personaje que tal vez se perciba como el más ambiguo de todos. Tal vez
quien entrega la interpretación más floja de este proyecto sea Emile Hirsch (o
tal vez sus compañeros están bastante correctos que lo hacen ver algo flojo, no
lo sé) pues aunque se esfuerza por estar a la altura de las circunstancias no logra
convencer del todo, aunque es indudable que tal vez sea por su actuación o por
el diseño del personaje de Hirsch que el espectador termina odiándolo por lo
cual desea que su destino quede sellado de una vez por todas por Joe Cooper.
Ya
para finalizar diré que en definitiva Killer Joe es uno de los trabajos más macizos
de William Friedkin a últimas fechas (motivo por el cual espero su siguiente
proyecto con ansias) por lo cual no debe perderse el visionado de dicha cinta,
la cual es áspera, mórbida, cero maniquea y políticamente incorrecta, con McConaughey
en estado de gracia, y por supuesto aunque el film no sea apto para todo el
público, ¿se necesitan más elementos para verla? creo que no.
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