Año: 1987
Duración: 90 min.
País: Reino Unido
Director: Clive Barker
Guión: Clive Barker (Novela: Clive Barker)
Música: Christopher Young, Robin Vidgeon Reparto: Andrew Robinson, Clare Higgins, Ashley Laurence, Sean Chapman, Oliver Smith, Robert Hines, Anthony Allen, Leon Davis, Michael Cassidy, Frank Baker, Kenneth Nelson, Doug Bradley, Nicholas Vince, Simon Bamford, Grace Kirby, Oliver Parker Productora: Cinemarque Entertainment BV / Film Futures / Rivdel Films
Género: Terror. Fantástico
Hablar de Clive
Barker es referirse a uno de los exponentes más representativos de la contracultura
contemporánea puesto que el escritor, director y artista visual británico a
través de su obra (principalmente literaria) ha sabido verter de forma bastante
inteligente relatos llenos de horror en donde se hayan aspectos tan espinosos para ciertos sectores
de la sociedad como son la sexualidad (filtrada principalmente en el masoquismo),
la metafísica, y por supuesto un ejercicio bastante perturbador y crítico sobre
la condición humana, todo encarnado en criaturas y monstruos surgidos en planos
existenciales paralelos al conocido por el hombre (principal teoría de Barker);
de ahí que su primera obra cinematográfica llamada Hellraiser se presenta como
una edificación bastante arriesgada, pero a su vez muy madura en sus
planteamientos filosóficos.
La historia nos sitúa
en un polvoriento y desolado mercado en la ciudad de Marruecos, lugar en donde
un sujeto llamado Frank (Sean Chapman) adquiere con un comerciante un extraño
cubo el cual guarda peligrosos secretos; esto lo descubrimos en la siguiente
escena donde presenciamos como Frank en una especie ritual, en donde descubre
como descifrar el mecanismo de dicho artefacto es desmembrado cuando del
interior del mismo salen infinidad de cadenas punzocortantes que acaban con la
existencia de este. Acto seguido ya ubicado en una ciudad de los Estados
Unidos, el respetable conoce a una pareja de esposos integrada por Larry
(Andrew Robinson) y Julia (Clare Higgins) quienes acaban de mudarse a una vieja
casona propiedad de la familia.
De inmediato
descubrimos que el matrimonio no se lleva bien, pues Julia en primera instancia
se muestra apática con Larry con respecto a mudarse al sitio (el cual también
luce en pésimas condiciones) sin embargo la mujer comienza a recorrer el lugar
y descubre una recamara con objetos personales, los cuales después se revelan
pertenecían a Frank pues se hayan algunas fotos de el con algunas mujeres; empero
el descubrimiento más revelador es el de vislumbrar que el fallecido Frank tuvo
una relación amorosa con Julia antes de contraer matrimonio con Larry, quien es
hermano del Frank. Por supuesto este aspecto es ignorado por Larry, sin embargo
este y otros escabrosos secretos familiares saldrán a la luz cuando el finado
Frank vuelva a la vida en el momento que por un accidente la sangre de su
hermano lo despierte de su letargo (aunque este cobre vida en un horrible ser
antropomorfo sediento de sangre humana para restaurarse en mortal), aunque
también traerán de vuelta a Pinhead (Doug Bradley) y su séquito de cenobitas,
criaturas que no se sabe si son ángeles o demonios los cuales reclamaran el
regreso de Frank con sangre y carne humana.
Definitivamente el
debut detrás de cámaras de Clive Barker es bastante acertado (por no decir
acojonante) pues el realizador logra mantener el control creativo de su obra logrando
una cinta bastante redonda a nivel visual y conceptual, y es que el micro
universo que se construye alrededor de esta fábula se descubre bastante perversa,
sobre todo cuando descubrimos que esta explora en aspectos de la condición
humana, de ahí que el relato solo nos muestre sujetos torcidos a nivel
emocional y psicológico, desprovistos de integridad moral, motivo por lo cual
la figura de los cenobitas funcione como ese símbolo de castigo ante los
pecados de sus protagonistas (como sucede en el cine de horror con sus reglas).
Es por esto que la
cinta de Barker así mismo logra realizar un estudio muy interesante sobre la tanatología
y la fascinación que esta provoca en la cultura occidental cuando de trascender
el plano existencial se refiere, de ahí que los placeres mundanos como el amor,
el sexo, el poder y la sapienza en ciencias ocultas (o para acabar pronto jugar
a ser Dios) tienen un costo muy alto cuando se utilizan como vehículo personal.
Por supuesto que estos aspectos se van desmenuzando de manera bastante fluida
desde que arranca el relato (apenas comenzando los cinco minutos), todo gracias
a una exploración de personajes en demasía acertada, los cuales funcionan como
esas parábolas existencialistas, empero el personaje que hace encaminar la narración
es el de Ashley Laurence que interpreta a la hija de Andrew; pues esta funge
como ese pivote como pone al descubierto las intenciones de Julia y Frank, al
tiempo que se descubre como ese ápice de esperanza en la historia.
No obstante aunque
toda la galería de personajes nos expone el lado más oscuro del ser humano
(Larry la mediocridad, Frank la mezquindad, Julia la ambición, etc), es la
figura de Pinhead (Bradley) la cual se torna más intrigante cuando hace acto de
aparición por su sola presencia y sus motivaciones (aspectos que quedaran clarificados
en la segunda parte), lo cual reafirma la pesadilla en la que se torna la
historia. Y es que Hellraiser de verdad es un film de horror, pero un terror
bastante maduro, el cual fundamenta su credibilidad en los aspectos netamente
psicológicos, sobrenaturales y en el dolor físico (el cual se muestra con bastante crudeza), por
lo cual la citada pesadilla que se vive dentro de la casa de los Cotton (otro
aspecto muy bien resuelto, puesto que utilizar un solo escenario donde
desarrollar la historia hace más asfixiante la misma) se vuelve toda una experiencia
verdaderamente lacerante a niveles de genuino paroxismo.
Si no basta con ver
las escalofriantes secuencias como la del desmembramiento de Frank casi al
inicio del film, o los asesinatos cometidos por Julia para resucitar por
completo a su amante para dar cuenta de esto, todo hay que decirlo resuelto con
gran maestría gracias a la aplicación de extraordinarios efectos especiales a
cargo de Bob Keen, quien recurre al uso de prótesis de la látex, la
implementación de litros de sangre artificial y al uso del difícil stop motion
para retratar algunas transformaciones físicas en los personajes y presentarnos un gore bastante macizo. Todo esto
también hace que el filme respire ese aire de serie b tan característico en
estas producciones (la cinta costo aproximadamente un millón de dólares); por
otro lado otro gran acierto de Keen y Barker es el diseño visual de los
personajes de los cenobitas pues este es bastante atractivo, motivo por lo cual
estos ya se han vuelto un referente cultural.
Asi mismo la
dirección de Barker como comentaba casi al inicio es bastante potable y
resuelve bastante bien los aspectos narrativos de la historia por lo cual desde
el arranque de la misma este ya no suelta al espectador hasta la resolución del
mismo. Finalmente las actuaciones están correctas pero sobresale la de Doug Bradley como Pinhead, pues este logra
dotarlo de un aura de misticismo.
Así que si aún no han
tenido la oportunidad de visionar Hellraiser (o ya la vieron), les recomiendo verla
de nueva cuenta para que descubran el torcido y no menos universo que plantea
Clive Barker en su obra.
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