Año: 2012
Duración: 91 min.
País: Estados Unidos
Director: Walter Hill
Guión: Alessandro Camon (Novelas gráficas: Alexis Nolent)
Música: Steve Mazzaro
Fotografía: Lloyd Ahern II
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Momoa, Christian Slater, Sarah Shahi, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Sung Kang, Marcus Lyle Brown, Jon Seda, Brian Van Holt
Productora: Warner Bros. Pictures / Dark Castle Entertainment / IM Global / After Dark Films Género: Acción
Como su servidor lo había anticipado la sala número
nueve de aquel complejo cinematográfico que suele visitar con frecuencia para
ver algún título que le apetezca de vez en vez, jamás se llenó ante el estreno
de la nueva cinta de acción del tándem conformado por el incansable Sylvester
Stallone y el mítico artesano realizador Walter Hill (supongo que las nuevas
audiencias ni siquiera saben quiénes son estos dos personajes), incluso seis
asistentes incluyendo al que esto escribe fue el número total de los
espectadores que asistimos a ver lo que representaría ese viaje nostálgico en
el tiempo para recordar cómo se hacían las cintas de acción hace ya unas
cuantas décadas atrás; y mientras infinidad de comerciales que trataban de
venderme cosas que no necesitaba desfilaban frente a mis ojos en aquella
pantalla de plata, su servidor pensaba en los amores imposibles y como la
ansiada felicidad que tanto buscamos como individuos es un espejismo como bien
señala el gran Woody Allen en mayoría de
su exquisita obra.
Total que los créditos iniciales comenzaron a recorrer
lo que sería el inicio de la película y la cansada y recia voz en off de
Stallone nos advertía que el espectáculo estaba por comenzar, cuando este se
presenta como un matón a sueldo llamado Jimmy Bobo el cual nos narra que en
este negocio las cosas por lo regular nunca salen del todo bien, y es que el
ultimo encargo que este realizo tuvo como resultado la muerte de su socio a
manos de otro matón llamado Keegan (Jason Momoa). Sin embargo las autoridades
comienzan a investigar el caso pues el sujeto que elimino Jimmy (Stallone) era
un ex policía corrupto, de ahí que autoridades de Washington envían al
detective Taylor Kwon (Sung Kang) para que esclarezca el crimen puesto que el citado
detective estaba involucrado en negocios turbios con la mafia de Nueva Orleans
(lugar donde ocurre la historia).
El hecho es que las pistas del homicidio llevan al
detective Kwon directamente a Bobby, quien para no terminar en la cárcel decide
cooperar y trabajar junto al detective para desenmarañar la red de corrupción
que los llevara directamente con Marcus Baptiste (Christian Slater) un corrupto
político (¿los hay diferentes?) y su socio Robert Morel (Adewale
Akinnuoye-Agbaje) un ex dictador
sudafricano que se descubre como la
mente detrás de los asesinatos que realizó Keegan (Momoa) para ganar
licitaciones de construcción en barrios pobres con el objetivo de ganar
millones de dólares. Y es así como este par se involucra en el caso trabajando
juntos aunque se encuentren en lados opuestos de la ley, uno por venganza y
otro por justicia.
Sinceramente creo que este regreso en solitario de
Sylvester Stallone como héroe de acción si bien es solvente, también queda a
deber un tanto si consideramos que detrás de cámaras se encuentra un tipo como
Walter Hill, artífice de títulos tan macizos como 48 Horas (1982) e Infierno
Rojo (1988) de los cuales solo quedan pequeños vestigios o guiños en esta Una
Bala en la Cabeza (la escena de los baños de vapor y la interacción ente el dúo
protagónico), y es que el problema de la cinta no es la fórmula de la pareja
dispareja (incluso hay buena química entre Sly y Kang), ni el manejo de ritmo
que implementa Hill, incluso se pueden pasar por alto los huecos e
incongruencias argumentales que se hayan en toda la trama; empero donde falla
estrepitosamente el filme es en la autocensura que los involucrados han
supeditado al mismo.
Y es que la cinta no deja de percibirse demasiado
políticamente correcta, y aunque la
historia nos provee de grandes dosis de mala leche, unos cuantos diálogos
jocosos y una puesta en escena correcta (la pelea con hachas ente Stallone y
Momoa es de lo mejor en mucho tiempo en este género), es la violencia tan
estilizada lo que no termina de encajar en el discurso de la cinta (sin llegar
a los niveles de Taken 2 de Oliver Megaton), pues esta supondría ser una oda de
violencia descarnada a lo Cobra (Cosmatos, 1986) e incluso del estilo de El
Ultimo Hombre (1996) también de Hill por cierto; donde la coacción funcionaba
como parábola a cuestiones sociales y políticas que acontecían en determinado
momento. Y eso era lo que validaba dichos productos muchas veces excesivos en
su concepción ideológica, puesto que había una crítica al sistema, a la
cultura, etc. todo a través de productos fílmicos donde tipos forzudos como el propio Stallone, Schwarzenegger o Willis vertían dichas apologías.
De ahí que aunque a su servidor le entretuvo el
film, fue inevitable sentir cierta sensación de desencanto al descubrir que ya
no se pueden hacer películas como hace veinte o treinta años, donde el cinismo
servía como vehículo ideológico y existía gran apertura para decir ciertas
cosas espinosas sobre el mainstream. Sin embargo y siendo justos también debo
aceptar que esta nueva obra de Hill está muy por encima de la media en lo que respecta al cine de acción
actual, pues este respeta los cánones del mismo, al tiempo que cuenta con un
aspectos que en otros productos no manejan muy bien, la nostalgia por tiempos
mejores. Como sea ver a Stallone en forma pateando traseros siempre será un
gusto, y vaya que aquí no lo hace nada mal como matón a sueldo, su personaje incluso
resulta una variación del Barney Ross de Los Indestructibles, un sujeto
perdedor con pasado ominoso y con un código ético bastante ambiguo, pues
justifica que la gente que mata por dinero es escoria.
Incluso la edad de nuestro protagonista funciona
bastante bien como herramienta discursiva pues muestra a un Stallone más
vulnerable físicamente (es autoconsciente de su situación como Schwarzenegger
en El Último Desafio) aunque esto no le impide obsequiarnos una de las mejores
peleas mano a mano contra Jason Momoa en el cierre del film. Así mismo los
personajes de apoyo como por ejemplo el que interpreta Sung
Kang como el detective Kwon de algún modo funge como un sidekick, y el
personaje que hace Sahara Shahi como
la hija del crepuscular antihéroe también tiene la función de dotar de
profundidad al protagónico.
Por supuesto todos los personajes son bastante arquetípicos
pero cumplen su cometido de hacer avanzar la historia y hacer brillar al de
Stallone, motivo por lo cual los malos en turno como los que hacen Christian
Slater y Adewale Akinnuoye-Agbaje son bastante planos y solo
se quedan en un mero esbozo a nivel ideológico sobre el capitalismo y sus practicas poco éticas, por lo
cual el que sale ganando más protagonismo como el malo en turno es el que hace
Jason Momoa fungiendo como una especie de Ivan Drago, pues este se ve la cara con
el protagónico solo hasta el final de la historia para un cierre magistral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario