original: The Wolf of Wall Street
Año: 2013
Duración: 179 min.
País: Estados Unidos
Director: Martin Scorsese
Guión: Terence Winter (Libro: Jordan Belford)
Música: Howard Shore
Fotografía: Rodrigo prieto
Reparto: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Kyle Chandler, Cristin Milioti, Rob Reiner, Matthew McConaughey, P. J. Byrne, Jon Bernthal, Jean Dujardin, Kenneth Choi, Henry Zebrowski, Joanna Lumley, Brian Sacca, Jon Favreau, Ethan Suplee, Spike Jonze, Katarina Cas, Barry Rothbart, Shea Whigham
Productora: Paramount Pictures / Red Granite Pictures / Appian Way
Género: Drama.
A lo largo de cuatro décadas Martin Scorsese ha
sabido filtrar a través de honestos y oscuros relatos cinematográficos ese
fenómeno cultural que discursa sobre las consecuencias de habitar en la tierra
prometida, la nación de las barras y las estrellas, ese país donde puedes ser
alguien si te lo propones, donde ese alguien solo puede materializarse si se
logra el éxito económico aunque al final este deseo solo sea un espejismo y los
protagónicos de dichas historias queden quebrados emocionalmente al descubrir
su realidad; de ahí que filmes como Malas Calles (1973), Taxi Driver (1976),
Toro Salvaje (1980), El Color del Dinero (1986), Buenos Muchachos (1990),
Casino (1995) o Pandillas de Nueva York (2002) son una muestra clara de esto y
por supuesto exploran dicho fenómeno de manera incisiva y hasta antropológica.
Pues bien con esta El lobo de Wall Street el autor
italoamericano cambia las bandas de gánsteres por una banda de sujetos
corredores de bolsa, tipos que por el hecho de no usar pistolas o métodos
netamente sanguinarios como los que impartía Tommy De Vitto (Joe Pesci) para
lograr sus objetivos en la mencionada Buenos Muchachos, no quiere decir que no
hagan daño, pues incluso estos delincuentes de cuello blanco causan mayor
perjuicio al realizar su fechorías puesto que estas tienen un impacto más
amplio cuando usan los principios básicos del capitalismo en aras de su propio bienestar
económico. La historia nos sitúa en el año de 1987 y nos presenta a un joven llamado
Jordan Belford (Leonardo Dicaprio), sujeto que llega a la gran ciudad de Nueva
York para comenzar como aprendiz de corredor de bolsa en Wall Street, pues como nos dice el propio protagonistas, él
siempre ha querido ser millonario y no aspira a otra cosa más que eso, de ahí
que dicho lugar es el mejor sitio para lograr sus metas.
Total que ahí es instruido por un experimentado
corredor de bolsa llamado Mark Hanna (un inspirado Matthew McConaughey) el cual
le explica todos los métodos para hacerse millonario estafando a sus clientes
(claro y unos cuantos métodos para desestresarse de tan abrumador trabajo, como
masturbarse unas tres o cuatro veces al día, jajaja). Total que cuando Belford
se encuentra motivado en su nuevo trabajo llega el espantoso lunes negro y la
bolsa sufre una espantosa caída por lo cual muchos quedan sin trabajo
incluyendo a nuestro protagonista. Empero en busca de trabajo el joven Jordan
llega a un humilde negocio de ventas por teléfono donde también se venden
acciones de pequeñas empresas, donde el mercado potencial es el grueso de la
población trabajadora, la cual al igual que el propio Belford buscan el sueño
americano; de ahí que este con la experiencia adquirida logra hacerse de cierto
capital al vender las mencionadas acciones.
Sin embargo Belford quiere jugar en las ligas
mayores y sabe que su actual trabajo no lo hará regresar a Wall Street, pero
como el destino es caprichoso, nuestro protagonista conoce a un peculiar
vendedor llamado Donnie Azoff (Jonah Hill), sujeto de afable sonrisa con el
cual emprende el proyecto de formar su propia empresa de acciones (por supuesto
todo gira en una gran estafa para hacerse ricos solo ellos) por lo cual también
reclutan a más amigos con las mismas características “profesionales” que estos,
y en un lapso de tiempo relativamente corto tanto Jordan Belford y compañía
logran amasar una gran fortuna convirtiéndose en una de las casas de acciones más
poderosas de Estados Unidos. Lo que sigue después será presenciar todo una
orgía de excesos donde las drogas y el sexo estarán presentes (enanos arrojados
con trajes de velcro como si tiro al blanco se tratara en plana oficina,
jajaja) en la nuevas vidas de Belford y Azoff, entretanto sus riquezas crecen hasta
niveles insospechados hasta que el agente del FBI Patrick Denham (Kyle
Chandler) comienza a investigar los sucios negocios de la empresa Stratton
Oakmont y pretende echarle el guante a Belford y compañía.
Definitivamente visualizar la cinta de Scorsese es
toda una delicia para cualquier espectador que guste del humor negro ácido
hasta el tuétano, y es que la cinta plantea una farsa bien estructurada en la
cual quedan al descubierto varios aspectos socioculturales de los cuales el
director de Los Infiltrados (2006) se pitorrea de forma bastante inteligente,
primeramente realiza una exploración psicológica bastante acertada de su
personaje principal, sujeto despojado de toda ética moral y demás valores que
se mueve por meras motivaciones económicas sin que le importen las atroces consecuencias
de sus actos. De ahí que personajes de apoyo como el efímero Mark Hanna que
interpreta bastante bien Matthew McConaughey van esbozando los rasgos
discursivos del filme que a Scorsese le interesan resaltar (decadencia cultural,
el exceso de poder y aspiraciones mediáticas engañosas), por lo cual y aunque
vamos encontrando individuos que en la vida real serían bastante detestables,
es ese ápice de jocosidad con el que cuentan estos lo que los hace hasta cierto
punto afables con el espectador (presenciar los excesos que DiCaprio con su
séquito de compinches es surrealista, si no basta con presencia la orgia que
estos realizan en un avión en pleno vuelo a Las Vegas para celebrar la
despedida de soltero del susodicho por el simple hecho de poderlo hacer).
Es así que Scorsese evita el camino dramático como
pasaba en Wall Street (Oliver Stone, 1987) por ejemplo, más sin embargo este no
olvida la exploración ideológica de esos
aspectos lúgubres y densos de esa parte
de la historia de Los Estados Unidos, por lo cual detrás de tan corrosivo e
hilarante espectáculo (el cual Scorsese
deja fluir hasta sus últimas consecuencias) existen cuestionamientos bastante
puntuales sobre el que hacer de las políticas económicas de dicho país y como
el propio sistema permite torcer de bastantes maneras la propia ley. Por otra
parte hay que mencionar que la cinta funciona bastante bien gracias al tándem
conformado por Leonardo DiCaprio y Jonah Hill, pues estos además de contar con
gran química entre ellos, se entregan en cuerpo y alma en la encarnación de unos
personajes que les exigen gran desarrollo psicológico (haciéndolos creíbles aun
en los momentos más destornillantes del filme), los cuales llegan a rozar por
momentos la comedia física más arriesgada (memorable performance de Leonardo
DiCaprio cuando en pleno pase de drogas intenta subir a su auto para
conducirlo) al tiempo que también se balancean bastante bien los pasajes que
incluyen momentos más serios.
Por tal motivo hay que mencionar que el casting
seleccionado por Scorsese es más que el indicado, por una parte aquí
encontramos a un DiCaprio en estado de gracia, bien mimetizado con su
personaje, arriesgado como nunca y capaz de interpretar un género al cual no lo
habíamos visto como es la comedia; motivo por el cual su Jordan Belford siempre
se encuentra en los terrenos del patetismo más absurdo, más sin embargo como
mencionaba es el aplomo del intérprete de Los Infiltrados (2006) lo que dota de
carisma al personaje, por lo cual el espectador sigue de manera puntual sus
actos y le preocupan tanto las consecuencias de sus actos como su destino (por
supuesto esto gracias también a la buena hechura del guion de Terence Winter).
Por supuesto el regordete Jonah Hill demuestra de nueva cuenta que la comedia
es lo suyo y se mueve como pez en el agua en esta cinta complementando a la
perfección a Leonardo DiCaprio. El resto de los actores de apoyo como Jean
Dujardin (genial explotando su vis cómica), Rob Reiner (genial haciendo de papa
de Belford), Margot Robbie, John Favreau (más un cameo que otra cosa) aportan también enérgicas interpretaciones
para redondear el filme.
Finalmente
la preciosista fotografía de Rodrigo Prieto (Argo, 2012) le aporta esa
elegancia visual al filme y por supuesto es imposible no volver a alabar la
intensidad con la cual Scorsese dirige
esta excelente cinta (como si tuviese 30 años), pues el ritmo trepidante, la
mala leche y por supuesto su discurso políticamente incorrecto (el cual molesto
a más de uno) hacen que este Lobo de Wall Street se convierta en uno de los
filmes más disfrutables del año. Es algo así como volver a ver a los Rolling
Stones regocijándose en sexo, drogas y rock and Roll.
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