AÑO: 2012
DURACIÓN: 102 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Woody Allen
GUIÓN: Woody Allen
FOTOGRAFÍA: Darius Khondji
MUSICA: Varios
REPARTO: Jesse Eisenberg, Ellen Page, Roberto Benigni, Woody Allen, Penélope Cruz, Alison Pill, Alessandro Tiberi, Alessandra Mastronardi, Alec Baldwin, Judy Davis, Flavio Parenti, Carol Alt, David Pasquesi, Antonio Albanese, Lynn Swanson, Fabio Armiliato, Monica Nappo, Ornella Muti, Corrado Fortuna, Riccardo Scamarcio
PRODUCTORA: Coproducción EEUU-España-Italia; Gravier Productions / Mediapro / Medusa Film
GÉNERO: Comedia.
Definitivamente lo que más me gusta de la
filmografía de Woody Allen es que este aborda de forma madura, muchas veces sarcástica
y no menos metafísica el cotidiano del sujeto contemporáneo, ese ente tan
complejo que siempre es retratado como el individuo que afronta
cuestionamientos morales, políticos y sociales que casi siempre se encuentra
desprovisto de las herramientas necesarias para afrontar los mismos; de ahí que
aspectos como el amor, la felicidad, la trascendencia, etc. sean la constante
en la obra del maestro neoyorkino. Por supuesto esta última cinta de Allen no
está exenta de dichos paradigmas y aunque se note cierto bajón creativo (al
menos para un servidor en referencia a esta obra en concreto) es indudable que
el buen Woody sigue demostrando que se
encuentra en forma para seguir produciendo buen cine.
La cinta nos narra cuatro historias que se
desarrollan en la fastuosa y no menos hermosa ciudad de Roma, la primera nos
presenta a un matrimonio norteamericano compuesto por Jerry (Woody Allen) y
Phyllis (Judy Davis), el primero un neurótico productor de música retirado y
ella una psiquiatra (jajaja, ¡vaya par!) que se encuentran de viaje en la
susodicha ciudad para conocer a Michelangelo (Flavio Parenti) el prometido de su
hija Hayley (Alison Pill) quien después
de unas vacaciones de verano se enamoró del joven abogado. La segunda nos
presenta a Leopoldo (Roberto Benigni) un sujeto común y corriente que trabaja
ocho horas diarias en una oficina realizando actividades monótonas, casado por
más de treinta años con su mujer, con hijos y sin más aspiraciones que las de
un día jubilarse con un salario decoroso, sin embargo cierto día cuando sale de
su casa para emprender sus actividades laborales es abordado por numerosos
reporteros quienes lo acechan pues este se ha convertido en una celebridad de
la noche a la mañana.
La tercera historia se centra
en John (Alec Baldwin) un famoso arquitecto que regresa a la romántica ciudad y
sin quererlo recuerda un amor de su juventud provocando que este analice
aquellos aciertos y errores que determinaron la ruptura de la misma. Y por
último tenemos la historia de Milly (Alessandra Mastronardi) y Antonio
(Alessandro Tiberi) una joven pareja de recién casados que viajan a la capital
para conocer a la familia del segundo para obtener un mejor empleo. Ok
desmenuzando la cinta del siempre solvente Allen hay que decir que con todo
y que esta contiene gags inteligentes
tanto delirantes (el chiste sobre Freud es para partirse de risa), es
importante mencionar que el hecho de que converjan diversas historias estas
hacen que el filme no cohesione del todo bien por los diversos personajes que
ahí cohabitan, puesto que estos no siempre alcanzan a desarrollarse del todo
bien, por ejemplo para un servidor el pasaje mejor desarrollado es aquel donde
Alec Baldwin hace de un maduro sujeto que se reencuentra con una especie de su
otro yo más joven llamado Jack (Jesse Eisenberg), quien se enamora de una joven
actriz fracasada llamada Mónica (Ellen Page), la cual solo le atrae por su
abierta sexualidad y su relajada filosofía de vida.
Y es que la relación que se da
entre John (Baldwin) y Jack (Eisenberg) toma tintes casi oníricos cuando el primero
conversa con el segundo, más sin embargo el espectador notará que ambos
conviven en espacios temporales distintos puesto que uno de estos es casi como
un ser imaginario. Por supuesto el vínculo amoroso que surge entre Jack y
Mónica (Page) sirve para explorar infinidad de disertaciones sobre la
sexualidad y el enamoramiento los cuales son abordados de forma jocosa pero no
por esto menos intelectiva. Por otra parte el segmento que corresponde a la
aparición de Allen es bastante jocoso y recuerda a sus mejores comedias de
situación pues este interpreta de nueva cuenta al neurótico personaje con el
cual ha deleitado al respetable durante tantas décadas, por supuesto con todo y
esto el propio Allen se relega a un segundo plano para que los actores que lo secundan
brillen en esta historia, la cual por cierto es bastante jocosa y plantea diversas
disertaciones sobre el autodescubrimiento, la aceptación y finalmente la de
afrontar los miedos que el mismo ser humano se coloca así mismo.
Ahora bien la historia que tal
vez se perciba más delirante y el espectador tarde en asimilar es en la que
interviene Roberto Benigni, ya que esta por momentos raya en lo absurdo en
cuanto a su contenido aun y cuando estamos presenciando una comedia, empero
conforme esta comienza a desarrollarse el espectador descubrirá que se trata de
una sátira bastante incisiva en referencia a lo efímero y banal que resulta la
fama, por lo cual con esto volvemos a descubrir como Allen vuelve a mofarse del
mainstream hollywoodense. Y finalmente tal vez la historia menos lograda al
menos para el que esto escribe sea la de la pareja de recién casados que viajan
a Roma para conseguir un mejor futuro, y
es que en comparación a las otras tres esta es en la que las situaciones
se perciben un tanto metidas con calzador, aunque la presencia de Penélope Cruz
salva un poco este segmento gracias al carisma e interpretación de la misma.
Como el respetable puede leer
la cinta de Allen contiene esos rasgos etimológicos de su obra por lo cual
cualquiera que sea fan del realizador encontrara una agradable cinta con un
ritmo endiabladamente divertido, referencias filosóficas despojadas de
grandilocuencia y por supuesto alusiones al propio cine, por lo cual si usted
tampoco es seguidor del director de Annie Hall (1977) podrá hallar un film
inteligente y trascendental en lo referente al aspecto humanista, y por
supuesto una comedia romántica que se descubre por encima de la media con un
humor fino y honesto. Y es que Allen quien nunca descuida ni el fondo ni la forma
encuentra el perfecto equilibrio entre el discurso y la plástica, de ahí que la
puesta en escena que se encuentra ubicada en la famosa ciudad de Roma toma
total relevancia para que la historia no solo se quede en un aspecto meramente
decorativo o de postal.
Por tal motivo todas las
locaciones escogidas brindan ese espíritu nostálgico, casi bohemio que
recuerdan un poco a la obra de Federico Fellini, pero con la personalidad
propia de Allen, así mismo este aspecto también se nota gracias a la fotografía
atmosférica y agradable del director Darius
Khondji (quien ya colaborara con Allen en Media Noche en Paris) quien con una
paleta cromática que usa tonos cálidos nos sumerge en este encantador cuento de
encuentros y desencuentros. Así que ya para finalizar diré que sí,
definitivamente si recomiendo visualizar A Roma con Amor pues esta se descubre
como una obra honesta y entretenida en donde encontramos a un Allen lúcido pero
algo desenfadado, por lo cual su servidor encuentra en esta cinta un exquisito
tentempié mientras llega la siguiente obra del siempre indispensable Woody.
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