lunes, 6 de febrero de 2012

CIENCIA FICCIÓN: GIGANTES DE ACERO

TÍTULO ORIGINAL: Real Steel
AÑO: 2011
DURACIÓN: 126 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Shawn Levy
GUIÓN: Leslie Bohem, John Gatins, Dan Gilroy, Jeremy Leven (Historia corta: Richard Matheson)
MUSICA: Danny Elfman
FOTOGRAFÍA: Mauro Fiore
REPARTO: Hugh Jackman, Dakota Goyo, Evangeline Lilly, Anthony Mackie, Kevin Durand, Hope Davis, James Rebhorn, Marco Ruggeri, Karl Yune, Olga Fonda, John Gatins
PRODUCTORA: DreamWorks SKG / ImageMovers / Angry Films
GÉNERO: Ciencia Ficción.


Es muy recurrente que la industria cinematográfica vierta sus exaltaciones discursivas e ideológicas a través de filmes donde el deporte funciona como metáfora para resaltar ciertas virtudes o hazañas humanas, ejemplos encontramos muchos, ahí se haya aquella divertida The Mighty Ducks (Stephen Herek, 1992) donde Emilio Estévez interpretaba a un júnior que después de ser sentenciado a prestar servicio social gracias a un comportamiento destructivo, es el encargado de capitanear un equipo de jockey formado por un grupo de chicos marginados los cuales gracias a valor y coraje logran ser campeones de una pequeña liga. Por supuesto el film de la Disney cuenta con los ingredientes perfectos que balancean por dosis iguales  drama, romance y heroicidad por lo cual la cinta se descubre como una afortunada historia de redención y se descubre como uno de los títulos menos costrosos de la factoría del ratón Miguelito, provocando que el titulo protagonizado por Estévez gozara de gran aceptación y por ende la obligada secuela menos afortunada.

El fútbol soccer también ha tenido sus contrapartes fílmicas con aquella Victory de John Huston (1981), cinta ambientada en la segunda guerra mundial donde un grupo de soldados  de la resistencia nazi que se encuentran confinados en un campo de guerra se juegan la vida en un partido contra el equipo teutón. Cabe hacer mención que tanto el argumento como el casting es para jalarse los pelos (jajaja) pues aquí podemos ver a un Sylvester Stallone en pleno ascenso al estrellato junto a un Michael Caine que se come al interprete de Rambo con una actuación casi en automático, y la cereza en el pastel es poder ver actuar junto a este par al astro futbolista brasileño, Pele.  Ya por último y para no extenderme demás pues los ejemplos son innumerables, citare el film de John G. Avidsen de 1976 llamado Rocky, cinta que se ha vuelto ya un referente en la cultura popular que ha perdurado con los años en el inconsciente colectivo de millones de cinéfilos de todo el mundo, y con el cual se pueden encontrar inmensidad de similitudes al titulo que protagoniza Hugh Jackman, ya que sin lugar a dudas el boxeo sirve en demasía como vehículo para representar aspectos netamente existenciales y se acomoda a la perfección para contar historias de exoneración.

Pero comencemos, Gigantes de Acero nos cuenta la historia de un futuro no muy lejano en donde los deportes han evolucionado de tal manera que ahora estos son realizados por enormes robots (por lo menos su servidor a si lo infiere pues solo se muestra este aspecto en el boxeo), todo en afán de saciar las exigencias de un espectador que busca más y más adrenalina por lo cual ahora las peleas pugilísticas las realizan esos gigantes de acero hasta que alguno de los contrincantes quede despedazado. Es así como conocemos a Charlie Kenton (Hugh Jackman) un ex boxeador fracasado que se dedica a viajar a través de la nación norteamericana para enfrentar a su mal trecho robot por unos cuantos miles de dólares, sin embargo la mayoría de las veces las cosas no salen del todo bien pues la ambición económica de nuestro amigo y sus malas decisiones lo llevan a terminar con su androide deshecho al tiempo que siempre se ve sumergido en peleas y perdidas económicas.

Pero cierto día cuando regresa a casa para tratar de arreglar lo que queda de su último robot (que fue despedazado cuando lo enfrentó contra un toro en un rodeo) con la ayuda de su novia Bailey (Evangeline Lilly), recibe la noticia de su ex esposa ha muerto y la patria potestad de su hijo Max (Dakota Goyo) es solicitada por su cuñada Debra (Hope Davis) la cual esta casada con un prominente hombre (James Rebhorn) quien decide encargarse de su sobrino. Por supuesto a Charlie (Jackman) le interesa un cojón lo que suceda con su vástago y decide entregarlo a su cuñada por una considerable cantidad de dinero para poder adquirir otro robot y regresar al negocio, por lo cual se arregla con el esposo de esta, pero solo existe una condición y esta es que Charlie cuide de Max (Goyo) por un mes mientras sus nuevos progenitores se encuentran de vacaciones.

Como el respetable podrá inferir el tiempo que pasaran juntos padre e hijo servirá para conocerse y encontrarse a si mismos, todo esto enmarcado a través de un viaje que los protagónicos realizan a través de varios estados cuando acompañan en cada lucha al pequeño Atom (el cual descubre en un deshuesadero de robots el propio Max) un robot de primera generación que no cuenta con el suficiente “poder” para vencer a adversarios más fuertes que el, pero que a comparación de estos esta dotado de algo más que no tienen los otros, corazón; aspecto que lo hará ganar  cada enfrentamiento que afronta por lo cual comenzará a ganar cierta reputación en los pequeños circuitos de boxeo, hasta que gracias a esto el disfuncional trío tenga en sus manos la oportunidad de competir por el campeonato de boxeo profesional en contra del gran Zeus (jajaja ¿padre de Apollo?), el más poderoso e invencible armatoste creado por una de las más avanzadas empresas tecnológicas de la epoca.

Si bien la premisa es algo sencilla  y muchas veces vista (con todo y que la escribieron cuatro sujetos) son las motivaciones y diseño de personajes donde el filme del muchas veces autocomplaciente director Shawn Levy (Una Noche en el Museo 1 y 2) logra funcionar, y es que es de agradecer que los guionistas no quieran tomarle el pelo al respetable con situaciones maniqueas o lacrimógenas, algo muy recurrente en filmes de esta índole, por ejemplo su servidor recuerda aquella ochentena y cutre cinta llamada Halcón (Menahem Golan, 1986) donde Stallone interpretaba a un camionero que viaja de estado en estado compitiendo en un torneo de vencidas al lado de su hijo (al cual también se le murió la madre) para obtener un preciado premio, donde a final de cuentas el discurso sobre lo verdaderamente importante se viene a bajo gracias a un tratamiento de guión  pueril y manido, y por supuesto a una de las peores interpretaciones de Sly, provocando que dicha cinta sea de lo peorcito de su filmografía.

En cambio en la cinta que protagoniza el siempre carismático Hugh Jackman podemos descubrir a personajes que si bien no dejan de ser algo arquetípicos por lo menos se encuentran dotados de pathos, por ejemplo Charlie Kenton es un sujeto lleno de grandes defectos y carencias emocionales lo que hace que dicho personaje se perciba como un verdadero hijo de puta, el cual basa su moral en ganancias económicas, pero que sin lugar a dudas debajo de aquella careta de tipo rudo e inexpresivo se encuentra un hombre con anhelos y sueños rotos los cuales quedan al descubierto cuando su hijo Max se los refleja a través de su propia experiencia, o como hubiera dicho el buen Jor-El (Marlon Brando) “el padre se convierte en el hijo y el hijo se vuelve el padre”.

De ahí que la relación entre estos (padre e hijo) y su obvia evolución se perciba natural con todo y que esta no se desarrolla de forma sencilla pues los personajes chocan y tiene desencuentros gracias a sus experiencias, y aunque al final encontremos una resolución positivista, hay que señalar que este aspecto no los despoja de su identidad. Y esto nos lleva a resaltar otro aspecto positivo y este es la química que logran entre si Jackman y el joven Dakota Goyo, pues el primero logra componer otra de esas actuaciones que tanto se le acomodan (las de sujetos con cierto dejo de valemadrismo pero humano) al tiempo que demuestra que su espectro actoral esta más allá de encarnar a Wolverine.

Por otra parte Dakota Goyo como Max Kenton logra entregar una digna interpretación como el hijo autosuficiente y resentido, el cual hay que resaltar por lo menos no resulta fastidioso como sucede en otras cintas donde hay niños. Y por último Evangeline Lilly funciona correctamente como el interese amoroso de Charlie (Jackman). Ahora bien en el apartado técnico y visual debo decir que me resulto acertado el planteamiento de la época ya que el futuro que se esboza resulta bastante próximo y por ende realista, gracias también a una implementación de tecnología futurista en demasía sutil; y por supuesto el diseño de los robots es otro aspecto que igualmente ayuda mucho ya que estos logran destilar gran personalidad aun y cuando son seres inanimados controlados por computadora que no necesitan hablar para transmitir tal o cual emoción.

Pero sin lugar a dudas debo resaltar que Levy logra balancear por partes iguales drama y acción, y es este segundo aspecto el que lleva al film a otro nivel, sobre todo cuando se nos presentan esas excitantes peleas entre robots las cuales se encuentran impregnadas de emoción y audacia, sobre todo ese enfrentamiento final que significa el punto álgido del film que se da entre Rocky y Apollo, ¡perdón, perdón! Entre Atom y Zeus (jajaja), pelea que goza de una de las coreografías boxísticas más realistas y emocionantes que su servidor haya visto desde Rocky Balboa (Stallone, 2006). Por supuesto que las comparaciones que uno pudiera hacer entre Gigantes de Acero y la cinta de Avildsen pueden resultar enfadosas pero inevitables pues estas se parecen en fondo pero diferentes en forma, empero hay que acotar que el film de Shawn Levy sale bien librado por tener identidad propia y descubrirse como una propuesta honesta. Sin embargo su servidor solo encontró en la banda sonora de Danny Elfman tal vez el punto más flojo de todo el proyecto, pues esta resulta demasiado genérica. 

Así que ya para finalizar diré que recomiendo Gigantes de Acero como una sólida cinta de entretenimiento familiar la cual aunque parezca una sencilla historia de redención guarda entre líneas aspectos humanos en demasia lúgubres y complejos que hacen del film una obra madura, la cual revela como principales virtudes un guión cuidado y un carismático protagónico. ¡Ah! también recomendada para los que estén cansados de ver a Stallone interpretando al buen Rock por enésima vez, jajaja.
 

3 comentarios:

  1. toda la razon del mundo Don Ronquillo, buen punto en lo de la música muy generica como usted lo dice. La verdad yo si disfrute la pelicula y en ningun momento me paso por la mente Rocky, lo que si pense es en el nombre del robot y en porque no indagaron mas en él. Es decir, Atom es el nombre de Astroboy, un robot con conciencia de lo que es. En la peli hay una parte donde el robot se mira en un espejo o algo asi, pero hasta alli, quiza fue bueno no meterse de lleno en darle vida propia a Atom, ya que la trama entre padre e hijo ( y la accion de ver pelear a dos robots) se lo lleva todo. Dejando muy por detras a todas esas peliculas de deportes donde los mas fracasados terminan ganando el campeonato, etc, etc, etc. Sacando al protagonista de ser Wolwerine, de verdad, en ningun momento me acorde del x-men preferido por todo el mundo (ni tampoco me acorde de Rocky o alguna otra cosa). Pelicula unica y bie llevada a cabo. Por cierto.....nunca a pensado en hacer video de sus reseñas???????????
    atte: El feshhhhh.

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  2. jajajajaja, eso de hacer video reseñas estaría genial aunque me llevaria mucho más tiempo (el cual a veces no tengo), sin embargo ya existe un blog que cuenta con esta opción y es el genial sitio de Dimmensión Fantastica del amigo James Walestein por si gusta checarlo. Gracias por los comentarios y estamos en contacto, saludos.

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  3. Me parece muy bueno. No he visto aún. Voy a verlo. Un abrazo. Un saludo desde Brasil. Estás invitado a conocerte mi espacío. Seabienvenido. Hasta luego...

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